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    Escenario para tres. Parte 35: Dueño de mi destino.

    Teras
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    Escenario para tres. Parte 35: Dueño de mi destino. Novato_3


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    Mensaje  Teras Vie Mar 16, 2012 12:32 pm

    Una tarde como cualquier otra para la familia Inax.

    Alem se entretenía viendo una película. Una comedia que había visto decenas de veces.

    Melina estaba sentada junto a la mesa. Frente a ella tenía una pequeña revista con crucigramas. De vez en cuando dirigía una mirada a su marido, quien la distraía cuando se reía.

    La pequeña Evelyn hacía su tarea escolar. Vio a su madre acercándose para decirle algo.

    -¿Te das cuenta? Ya vio esa película montones de veces, pero siempre se ríe como si fuera la primera vez que la ve.

    -Sí, no tiene remedio.

    -Me parece que a tu papá algo le falla.

    -Decime algo que no sepa. ¿Estás segura de que ese hombre de cabello largo es mi papá?

    Alem miró por encima del hombro a las mujeres de su vida.

    -¿De qué hablan?

    -De nada-respondieron al unísono Melina y Evelyn antes de retomar sus actividades.

    Un celular sonó para anunciar la llegada de un mensaje de texto.

    El mecánico tomó el aparato y leyó el mensaje.

    -Amanda me mandó un mensaje. Dice que está afuera. Vino a visitarnos.

    -¿Ella sola?-preguntó Melina.

    -Supongo que no. Sus padres nunca la dejarían venir sola hasta acá. Iré a recibirla.

    Fue al patio de la casa. Sonrió al ver a la chica de cabello castaño que esperaba que la dejaran pasar. Se acercó a la reja y abrió el portón que daba acceso al patio.

    Amanda pasó y saludó a Alem, quien cerró el portón después de que ella pasara.

    -¿Cómo estás?

    -Muy bien, Ami. Ya me conocés. Llevo una buena vida. Nada es demasiado grave para mí. ¿Y vos? ¿Cómo estás, nena?

    -Bien. Pero los extrañaba. Por eso tuve que venir.

    -No me extraña. Ya pasó bastante tiempo desde tu fiesta del decimoquinto cumpleaños. Vamos adentro.

    Ambos caminaron por el patio. Se dirigían hacia la casa.

    -¿Tus padres te dejaron venir sola? Las calles de La Plata no son seguras para nadie.

    -Ellos no saben que vine para acá.

    Alem pensaba darse vuelta para mirar a la chica que caminaba detrás de él. Iba a regañarla, pero finalmente no lo hizo.

    Amanda le bloqueó el paso al aparecer frente a él.

    -No te preocupes. Llegué hasta acá haciendo esto.

    El mecánico se quedó sin palabras por un momento.

    -Decime que no estoy alucinando. ¿Acabás de teletransportarte?

    -Sí. Ahora tengo las mismas habilidades que Isma y vos.

    -¿Cuándo notaste el cambio?

    -En diciembre del año pasado. Perdoname por no habertelo dicho. Es que...

    -No digas nada. Ya hablaremos de eso más tarde y en privado. Entremos rápido. Hace mucho frío.

    Entraron juntos a la casa.

    Amanda se quitó su campera al entrar. Había salido bien abrigada. Siguió a Alem hasta el living. Una vez allí saludó a Melina y Evelyn. Después ocupó una de las sillas del living.

    La familia Inax disfrutó de la compañía de aquella joven por algunas horas.

    Al anochecer la chica de cabello castaño tomó su campera, la cual estaba sobre el respaldo de una silla. Ya debía irse.

    -Bueno. Lamentablemente ya llegó la hora de irme. Fue un gusto pasar el tiempo con ustedes como siempre.

    Cuidate y estudiá mucho, Ami-dijo Melina-. Por suerte vas a volver a tu casa rápido gracias a Alem. Teletransportala a su casa, amor.

    -Sí, lo haré después. Primero tengo que hablar en privado con esta señorita. Seguime.

    Alem se retiró del living. Fue hacia el patio. La chica de cabello castaño lo siguió.

    Melina pensó en preguntar de qué tenían que hablar, pero ambos se retiraron tan rápido que no tuvo tiempo para hacerlo.

    Amanda se puso la campera al salir. Quedó paralizada al ver a Alem. Las sensaciones que la invadían cuando sus padres la regañaban se hacían presentes.

    El mecánico platense la miraba fijamente con el ceño fruncido. Estaba cruzado de brazos.

    -¿Por qué no me dijiste nada?

    -Es que pensé que sería una molestia. No quería que te preocuparas.

    -¿Preocuparme? ¡Ahora estoy preocupado porque pasaste meses cargando con un conjunto de habilidades especiales que no debés saber controlar! ¡Y no sólo por eso! ¡Hay muchas gente peligrosa dando vueltas por ahí! Buscan a incautos que alcanzaron el máximo potencial para hacerles algún daño o utilizarlos para su beneficio personal involucrándolos en asuntos turbios. No tenés idea de cuantas cosas malas pueden llegar a sucederte.

    -Por mis habilidades no tenés que preocuparte. Alguien que conocí hace un par de meses me enseñó a controlarlas. Tengo todo bajo control. Por algo llegué a La Plata teletransportandome, ¿no?

    -Amanda...

    -Dejame terminar-interrumpió la chica-. Es alguien confiable. Estudian en el mismo colegio que yo. Está en tercer año. Es mi amiga. Además, Isma la conoce.

    -¿Cómo se llama?

    -Ariadna Benitez.

    -Bien. Quiero que dejes de juntarte con esa tal Ariadna. Como no tenemos a Isma a nuestra disposición no podemos preguntarle si la conoce. A partir de ahora yo me voy a encargar de enseñarte lo que necesites saber. Fin del asunto.

    Amanda suspiró y luego agachó la cabeza.

    -Ya hice todo mal otra vez. Estabas mejor sin saberlo. Tenés a tu esposa y a tu hija. El bienestar de ellas dos debería ser tu única preocupación. No hago más que complicarte la vida. Soy una tonta.

    -Me preocupo por mi familia, Ami.

    Alem se acercó a la chica y la abrazó.

    -Me preocupo por vos porque considero que formás parte de mi familia. Y no sólo vos. También Ed, Sara, Marina y Gabriel. Son muy importantes para mí. No sos y nunca vas a ser una molestia, nena. Te quiero.

    Se separaron.

    -Gracias por ser tan tierno. Te quiero, Alem. Mucho.

    -No olvides lo que te dije, ¿si? No rechaces mis consejos. Ahora te voy a teletransportar a tu casa.

    -¡Esperá! Tengo que preguntarte algo.

    -Está bien. Adelante.

    -Quiero que me respondas con toda sinceridad. ¿Sabés donde puedo encontrar a Isma?

    Alem miró hacia su derecha y negó con la cabeza.

    -No.

    Amanda se disgustó. No le gustaba que las personas no la miraran al responder una pregunta. Esa acción le hacía pensar que le estaban mintiendo.

    -Alem, mirame y respondé mi pregunta. ¿Sabés donde puedo encontrar a Isma?

    El mecánico cumplió su exigencia. La miró.

    -No. No lo sé.

    -¿En serio?

    -Sí. Lo digo en serio. ¿Por qué creés que sé algo que ustedes no? Al igual que ustedes sólo puedo contactar con Isma de una forma. Mando mensajes de texto al número de celular que él nos pasó- Casi nunca responde. Debés saberlo.

    -Pensé que Isma podría haberte dado algún dato sobre su paradero. Él confía mucho en vos, ¿no? Sos su maestro.

    Alem se rió.

    -No. Te equivocás. Estás muy equivocada. Isma sabe que si yo supiera algo ya se lo habría dicho a todos. Ahora permitime que te haga una pregunta. ¿Por qué querés ver a Isma?

    -Quiero hablar con él. Debe volver con nosotros. Voy a convencerlo. Ya me cansé de mandarle mensajes de texto para pedirle que se reuna conmigo. No me deja más opción que ir tras él.

    -¿Por qué creés que podés lograr que el vuelva?

    La chica de cabello castaño no supo qué responder. Sólo guardó silencio.

    -Todavía te sentís culpable porque el se fue, ¿no? ¿Cuándo vas a entenderlo? Isma se fue porque quería hacerlo. Fue su decisión. Nadie hubiera podido hacer o decir algo para hacerlo cambiar de parecer. Dejá de culparte.

    -¿Estás seguro?

    Amanda sentía que nuevamente la tristeza que sentía por la ausencia de su mejor amigo la lastimaba. La expresión de su rostro cambió.

    -No paso un día sin pensar que si hubiera actuado de otra manera esa noche en mi habitación él aún estaría con nosotros.

    -No hay nada que puedas hacer, Ami. Lamento tener que decírtelo. Sabés que es verdad.

    Alem puso una mano sobre el hombro derecho de la joven.

    -Adiós. Cuidate.

    Amanda desapareció.

    El mecánico platense dirigió su mirada al cielo nocturno.

    -¿Dónde estarás? ¿Qué estarás haciendo ahora, Isma?

    Finalmente decidió volver con su esposa y su hija. Se detuvo cuando puso su mano sobre el picaporte de la puerta de la casa. Sintió una presencia. Estaba seguro de que alguien lo observaba.

    -Alguien o algo está en el patio-pensó.

    No hizo ningún movimiento brusco. Se quedó en la misma posición. Parado frente a la puerta con su mano izquierda sobre el picaporte. Movió su cabeza lentamente. Miró por encima del hombro a la persona que lo observaba. No podía ver muy bien porque la luz que debía estar iluminando el patio en esos momentos estaba apagada.

    Era un hombre alto que tenía el cabello largo. Vestía una campera, un pantalón largo y unos mitones. Un cinturón ajustaba a su cuerpo una espada corta que estaba guardada en su vaina.

    Alem se dio vuelta y lo miró.

    -¿Quién sos?

    -Sabés quien soy. Reconocés mi voz, ¿no?

    -Sí. Esperame acá, ¿si? Tengo algo que hacer.

    Se teletransportó al interior de su casa. Se encargó de encender la luz del patio y después salió nuevamente por la puerta principal.

    -Supongo que esta no es una visita convencional-dijo mientras se acercaba caminando al joven que estaba frente a él.

    Se detuvo. Tuvo que mirar hacia arriba para verle la cara. El otro era más alto que él.

    -¿Me equivoco? Hablá Isma.

    -No te equivocás.

    -Si hubieras llegado unos minutos antes te habrías encontrado con Amanda.

    -¿Eso qué importa? Tengo que hablar con vos de algo importante. Por eso vine.

    -¡Uy! Qué gruñon. No cambiaste nada. ¿De qué querés hablar?

    -De que mañana voy a ir a Capital Federal para encontrarme con Janos Etna.

    Alem se sorprendió al escuchar el nombre del rival de su aprendiz.

    -¿Ese miserable sigue vivo? Pensé que el Eje oculto ya se habría encargado de eliminarlo.

    -Estuvieron siguiéndole el paso desde que terminó el enfrentamiento definitivo. Pasó más de un año moviéndose de un lado a otro para que ningún cazador del Eje oculto pudiera encontrarlo. Actualmente está en un departamento en Capital Federal. Se estableció allí hace dos semanas, y parece que no tiene la intención de irse de ese lugar.

    -Te ordenaron que vayas a matarlo, ¿no?

    -Exacto.

    El mecánico platense agachó la cabeza y guardó silencio por un momento. Luego miró a su aprendiz.

    -Tené mucho cuidado, Isma. Recordá lo que te enseñé.

    -Sí. Recuerdo muy bien. En un combate no debés ser vencido por el miedo, no debés subestimar al enemigo, y debés luchar hasta que tu rival caiga derrotado.

    -¡Bien!

    -Si no te mando un mensaje de texto en los próximos días dame por muerto.

    -De acuerdo.

    -Adiós Alem.

    -Esperá. Tengo que hacerte una pregunta. ¿Conocés a una tal Ariadna Benitez?

    Ismael frunció el ceño. Le resultó extraño que su maestro le preguntara por la chica que le había dado el brazalete espejo.

    -Sí, más o menos.

    -¿Es una cazadora del Eje oculto?

    -No. Sólo hablé con ella una vez hace mucho tiempo. Me dio un extraño objeto que me fue de gran utilidad al luchar contra Janos. ¿Cómo la conociste?

    Alem se cruzó de brazos. Ya se había enojado por segunda vez en el día.

    -¡¿Utilizaste un objeto que te dio una extraña?!

    -No. Utilicé dos. Un ladrón me dio uno más y lo acepté. Nunca te lo dije porque sabía que te enojarías. Adiós Alem.

    -¡Esperá un poco, Isma! Esto...

    Ismael desapareció.

    -No termina así.

    Alem suspiró.

    -Se fue sin dejarme terminar lo que quería decirle. ¿Qué les sucede a todos? Parece que a nadie le importa lo que yo diga.



    Sábado 17 de mayo del año 2.014.







    Él estaba ahí. Frente a la puerta del departamento en que se suponía que debía estar su rival. Pasó varios minutos sin hacer nada. Se preguntaba qué debía hacer.

    -¿Debería entrar bruscamente derribando la puerta? Tal vez se dio cuenta de que lo encontramos y se fue.

    Respiró profundamente. Se decidió a actuar. Miró hacia ambos lados para comprobar que nadie lo veía. Desenvainó su espada y luego golpeó la puerta.

    Estuvo esperando.

    Una joven que tenía el cabello largo y usaba unos anteojos se presentó. Vestía un jean azul y un suéter morado.

    Ismael envainó su espada al verla. Se puso algo nervioso.

    -Ah... Eh... No se asuste. No le haré daño. Estaba buscando a otra persona.

    La mujer no se alarmó al verlo. Sólo miró fijamente.

    -Ah. Vos sos Ismael Andes, ¿no?

    -Sí. ¿Quién es usted? ¿Nos conocemos?

    -No. Es que al ver tu espada supuse que eras vos. Él me lo dijo. Sólo el guardián porta una reluciente espada escarlata. Mi nombre es Flora. Mucho gusto.

    -¿Qué relación tenés con Janos?

    -Soy su novia.

    -¡No puedo creerlo! ¡¿Ese psicopata tiene novia?!

    La mujer le dio una cachetada.

    Ismael sintió un leve ardor en su mejilla izquierda después de recibir ese golpe.

    -¿Viniste hasta acá para insultarlo en mi presencia? ¡Quiero que te vayas! ¡Dejanos en paz!

    -¿Que los deje en paz? ¿Eso significa que él está acá?

    -Sí.

    -Vine para matarlo. Hablo en serio. Va a ser mejor para vos que te mantengas al margen. No quiero verme obligado a lastimarte.

    Flora retrocedió unos pasos.

    -Está bien. Pasá. Adelante.

    El joven se sorprendió por el repentino cambio de parecer de esa mujer.

    -¿Hablás en serio?

    -Sí. ¿Te vas a sentir mejor después de matar a alguien que está indefenso? ¡Hacelo miserable! ¡Das asco!

    -¡Tonterías! El sujeto Janos y el adjetivo indefenso nunca van en la misma oración. ¿Cómo esperás que te crea?

    -¿Querés comprobarlo? Seguime. Te llevaré con él.

    Ismael la siguió. Ella lo condujo hasta un balcón en el cual se encontraba su rival. Se sorprendió al verlo.

    Janos estaba sentado sobre una silla. Su blanco cabello estaba tan largo como siempre. Tenía mal aspecto. Se veía muy delgado y estaba pálido. A su lado había un banquillo sobre el cual reposaban una botella con agua y una tableta de analgésicos. Frente a él estaba un balde.

    Suspiró y miró a su pareja.

    -Dejanos solos. Tenemos que hablar en privado.

    Flora se fue del balcón.

    -Supongo que debe resultarte algo gracioso verme así.

    Se equivocaba.

    Ismael quedó totalmente perplejo al verlo. Él estaba acostumbrado a ver al fuerte, vanidoso y sonriente asesino Janos Etna. Por un momento pensó que el debilitado hombre que estaba frente a él no era su rival.

    -¿Qué te pasa?

    -Se me está terminando el tiempo. Voy a morir. Muy pronto.

    -¿Por qué tenés ese balde frente a vos?

    -Porque ahora vomito líquido negro frecuentemente. ¿Viniste para matarme?

    -Sí.

    Janos se rió.

    -Si me mataras ahora me harías un gran favor.

    -¿Qué es lo que causa tu malestar? ¿De donde sale ese líquido negro?

    -El problema es mi corazón. Hace unos años empezó a producirlo junto con la sangre. Ese líquido altera las funciones de mi organismo. Va deteriorándolo de a poco. Cuando mi corazón produce una gran cantidad mi organismo se esfuerza para expulsarlo. Ya sabés como reacciona mi cuerpo cuando eso sucede.

    -Sí. Recuerdo lo que pasó cuando luchamos en el colegio.

    -Antes sólo pasaba eso cuando me encontraba en una situación de mucha tensión. Ahora pasa a cualquier hora. A la mañana, a la tarde o a la noche.

    -¿Por qué empeoraste?

    -Porque vos me derrotaste.

    -¿Eso que tiene que ver?

    -Tiene mucho que ver. No sabés cómo funciona mi cuerpo. Hasta la herida más insignificante tarda mucho tiempo en sanar. Sanar las heridas que me quedaron después del combate del día veintiuno de diciembre del 2.012 fue un esfuerzo demasiado grande para mi organismo. Al tener bajas mis defensas el líquido negro pudo destrozarme completamente. Ahora ya no tengo fuerzas para luchar.

    Ismael vio a su rival poniéndose una mano en el pecho. Pensó que lo más probable era que estuviera sintiendo dolor.

    -Ya no puedo...

    Janos se interrumpió. Dio unos estridentes gritos de dolor antes de inclinarse para derramar dentro del balde que estaba frente a él el líquido negro que expulsaba por la boca. Cuando eso terminó tomó la tableta de analgésicos y la botella que estaban sobre el banquillo. Se llevó a la boca tres pastillas y luego bebió un poco de agua.

    -Te va a hacer mal tomar tantos analgésicos de una.

    -Ya lo sé, pero no me importa. No quiero sentir tanto dolor.

    El hombre de cabello blanco miró hacia el cielo.

    -Supongo que esto debe ser un castigo. Por todo lo que hice.

    Ismael frunció el ceño. Se enojó porque pensó que el otro diría algo que él no quería escuchar.

    -Más vale que no te atrevas a decir que...

    -Descuidá-interrumpió Janos-. No pienso decir que estoy arrepentido o negar culpabilidad. Siempre fui completamente conciente de lo que hacía. Todo fue por cumplir mi objetivo. Nunca voy a decir que estoy arrepentido por todas las atrocidades que cometí. Supongo que eso me hace merecedor de un buen lugar en el infierno. Al igual que vos.

    -Sí. Cometiste muchas atrocidades. Tuve la oportunidad de ver tu historial. La información que tiene el Eje oculto sobre vos. Siempre me pregunté por qué mataste tanta gente. ¿Qué necesidad tenías? Amanda y yo eramos tus únicos objetivos.

    -Debía poner a prueba mis habilidades. Cada asesinato fue una práctica. Matar gente común y corriente fue casi una pérdida de tiempo. No podían defenderse. Pero me fortalecí mucho cuando empecé a matar gente con potencial. Cada cual hace las cosas a su modo, ¿no? Yo asesiné personas y vos entrenaste con Alem Inax.

    Ismael se acercó al barandal del balcón.

    -Qué raro. El guardián que yo conozco ya me habría dicho psicopata o basura por lo que acabo de decir. ¿Qué te pasa? ¿No me estabas prestando atención?

    -Sí. Pero estoy algo distraido porque no puedo dejar de pensar en algo que me dijiste hace mucho tiempo.

    -¿En cuál de todas las cosas que te dije pensás?

    -Me dijiste que era igual que vos. ¿Lo recordás?

    -Sí.

    -Sigo pensando que no soy como vos, pero no por el mismo motivo. Antes creía que era mejor que vos, pero ahora creo que tal vez soy peor.

    -¿Por qué creés eso?

    -Porque hay días en los que siento deseos de terminar con todo, pero no por el mismo motivo. No para construir un mundo mejor con los restos de este. Un deseo de destruir todo y a todos me invade. No puedo evitarlo. Tengo miedo de convertirme en un monstruo, y no sé si puedo hacer algo para evitarlo.

    -Maldición. No puedo creer que seas capaz de decir una estupidez tan grande.

    Ismael estaba cerca del barandal, dándole la espalda a Janos. Luego volteó para mirarlo.

    -¿Por qué dijiste eso?

    -Voy a ser sincero con vos, guardián. Nuestro asunto ya terminó. Por lo tanto ya no existe ninguna razón por la que deba decir mentiras para perjudicarte.

    Janos hizo una pausa. Respiró profundamente.

    -No sos un mal tipo. He visto lo que hay en tu alma. Sos muy diferente a mí. En el buen sentido.

    -¿Entonces por qué dijiste que...?

    -Dije eso para que sintieras inseguridad. ¿No lo sabés? Un verdadero guerrero ataca el cuerpo y la mente. Sólo estaba mintiendo.

    -Fue una mentira efectiva.

    -No entiendo por qué estamos hablando sobre eso. Deberías hablar con tu padre, un amigo, tu novia. Con alguien confiable. No hay ninguna razón por la que yo deba ayudarte a lidiar con tu basura.

    -Es que no tengo a mi disposición a ninguna persona confiable. Me fui de casa.

    -¡Por favor! Dejá de comportarte como un estúpido de una buena vez, guardián. Renunciá a ser un cazador del Eje oculto, volvé a tu casa y tratá de vivir tranquilamente y sin complicarle la vida a nadie.

    Ismael se sorprendió por la forma en que le habló Janos. Parecía que lo estaba regañando.

    -¿Por qué seguís llamándome guardián? Vos mismo lo dijiste. Nuestro asunto terminó. Ya no soy un guardián.

    -Antes eramos Blas y Nist. Ahora somos Ismael y Janos. Los nombres no importan. Somos piezas de un juego llamado enfrentamiento definitivo. Eso es lo que nos define. No nuestros nombres. Así será hasta que uno de nosotros gane.

    -¿Te agrada saber eso? ¿Lo aceptás?

    Janos no le respondió.

    -¿Por qué nos permitimos ser juguetes en manos de voluntades divinas? ¿Es realmente necesario que nos matemos uno a otro hasta que la humanidad se extinga o se purifique? No sé que pensarás vos, pero yo estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para demostrar que soy dueño de mi destino. Cualquiera que se interponga en mi camino sufrirá las consecuencias. Si una persona se interpone la mataré. Si un dios se interpone lo mataré. No me acobardaré ante nadie.

    -¿Qué creés que deberíamos hacer?

    -Rehusarnos a luchar- ¿Qué podría pasar si tomaramos esa decisión?

    -Nada fuera de lo común. Vos recibirías el poder para cumplir un deseo. Para mí no es viable.

    -Pensá Janos. Podríamos pedir algún deseo que sirva para mejorar al mundo sin tener que destruirlo.

    -¿Será posible?

    -Nunca lo sabremos si no lo intentamos.

    -¿Y si no resulta?

    -Podríamos volver a intentarlo o reanudar la lucha. Pensalo. ¿Qué preferís? ¿Ser una marioneta o alguien que sigue su propia voluntad?

    Janos permaneció callado por unos segundos pensando en la propuesta de su rival.

    -De acuerdo. La próxima vez tal vez lo hagamos a tu manera.

    -¿Te escuché decir tal vez?

    -Sí. Es que en mi próxima vida podría no recordar lo sucedido en mis vidas pasadas.

    -¡Claro! No había pensado en eso. No me queda más opción que rogar que en tu próxima vida recuerdes esta conversación al menos.

    Janos hizo una seña. Le pedía a Ismael que se le acercara. Se puso de pie.

    -Acercate.

    -¿Para qué?

    -Quiero darte algo en señal de buena fé. Una habilidad muy util.

    -¿Hablas en serio?

    -Ya no tengo fuerzas para hacerte daño. Apenas puedo mantenerme de pie. ¡Rápido! Confiá en mí por una vez en tu vida. No te pido más.

    Ismael finalmente accedió al pedido.

    Janos levantó su mano derecha. Puso sus dedos indice y medio sobre la frente del joven.

    -Cerrá los ojos y tratá de poner tu mente en blanco.

    Cerró sus ojos, y cuando los abrió vio al hombre de cabello blanco ocupando su silla nuevamente.

    -¿Ya terminaste? No sentí nada. Pensé que dolería.

    -No lo hice contra tu voluntad. Por eso no sentiste dolor. Ahora tenés la habilidad de ver el interior de las personas. Te servirá para saber si alguien que está a tu alrededor es verdaderamente confiable, y podrás obtener cualquier conocimiento que posea. Por las buenas o por las malas.

    -¿Por qué creés que necesito esa habilidad?

    -Nunca se sabe qué puede llegar a suceder. Esa habilidad puede ser muy util. Nunca subestimes el poder de los conocimientos.

    -Está bien. Yo te voy a hacer un favor en señal de buena fé. Le diré a mis superiores que te maté.

    -Gracias. Voy a poder vivir mis últimos días junto a mi querida Flora en paz.

    Ismael se acercó al barandal una vez más. Pensó que ya debía irse. No tenía nada que hacer en ese lugar.

    -Adiós Janos.

    -¿Ya te vas?

    -Sí.

    -Bueno. Adiós Ismael.

    Miró a Janos por encima de su hombro. Se preguntó si había escuchado mal.

    ¿Lo había llamado por su nombre?

    -¿Eh?

    -Sí. Te llamé por tu nombre. Ya sabés por qué. No quiero ser una marioneta nunca más.

    Finalmente Ismael se fue de ese balcón teletransportandose.



    Domingo 18 de mayo del año 2.014.



    Los saluda el sr. Teras. Very Happy
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    Escenario para tres. Parte 35: Dueño de mi destino. Empty Re: Escenario para tres. Parte 35: Dueño de mi destino.

    Mensaje  Invitado Lun Mar 19, 2012 8:26 pm

    Interesante Cap.....

    Solo dos Caps...

    Podrias continuar tu novela dentro de miles de años...en el proximo enfrentamiento de ambos.....pero esta vez seria mas ciencia ficcion...xD...

      Fecha y hora actual: Dom Mayo 19, 2024 1:14 pm