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    Escenario para tres. Parte 17: Brazalete especial.

    Teras
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    Mensaje  Teras Mar Mar 13, 2012 1:02 pm

    Amanda Acevedo salió del colegio al que asistía acompañada por sus amigas. Vio la hora en la pantalla de su celular. Eran las 12:06 PM.

    A lo largo del recorrido sus compañeras tomaban diferentes caminos para llegar a sus casa, razón por la cual siempre tenía que estar sola durante algunos momentos antes de llegar a su casa.

    Normalmente se tomaba ese tiempo para pensar en lo que haría al llegar, pero ese día sólo un tema ocupaba sus pensamientos: el regreso de Marina.

    Estaba feliz por volver a ver a una gran amiga. No podía negar que también estaba algo celosa. Pensaba que a partir de ese momento Ismael dedicaría más tiempo a su antigua novia y ya no le prestaría tanta atención.

    Se sentía mal por pensar de esa manera. Creía que ella sólo debía alegrarse porque su amigo se sentiría mejor al tener a su alma gemela a su lado nuevamente.

    -No seas egoísta, Ami-se dijo a sí misma-. Isma no vive sólo para estar con vos.

    Amanda chocó con un hombre que transitaba por la misma vereda al estar distraída pensando en sus cosas. Ella perdió el equilibrio, pero el otro la sostuvo. Lo miró.

    Era alto. Tenía un bello rostro. Su espalda estaba cubierta completamente por sus largos cabellos blancos.

    El extraño le sonrió a la chica.

    -Sepa disculpar mi torpeza, bella doncella.

    -No importa. Fue mi culpa. Yo estaba distraída.

    Cada cual siguió su camino.

    Amanda notó que ya no tenía su celular cuando llegó a su casa.







    Sara estaba sentada en el cordón de la vereda del colegio. Esperaba que llegara alguno de sus compañeros. Se levantó al ver a lo lejos a uno de ellos.

    Edgar llegó y saludó a su amiga.

    -¿Lista para otras cinco horas en el infierno?

    -Sí. ¿No te acostumbraste después de tanto tiempo?

    -No del todo. ¿Ya llegó Isma?

    -No. Ed, ¿qué deberíamos hacer después de lo que vimos la semana pasada? ¿Deberíamos hablar con Isma?

    -Otra vez ese tema. Ya te lo dije, Sara. Sé que sería lo correcto hablar con él para tratar de averiguar en qué asuntos está involucrado y ayudarlo, pero yo prefiero no entrometerme. No quiero meterme en problemas. Ese tipo del cabello blanco era peligroso. Me dio miedo. Si ayudar a Isma implica lidiar con gente así prefiero apartarme.

    -¿Eso vamos a hacer? ¿Simplemente vamos a ignorar todo? El jueves pasado llegó a clases con una mano vendada y no tenía buen aspecto. ¿Y si la próxima termina muerto?

    -No te preocupes. Conozco bien a Isma. Es de acero. Va a solucionar sus problemas de alguna forma. Deberías olvidarte de ese asunto. No quiero que te pase algo malo.

    Sara sonrió.

    -Estás muy preocupado, ¿eh? ¿Desde cuando mi buen amigo Edgar se preocupa tanto por mí?

    Edgar se dio vuelta. Le dio la espalda a su amiga.

    -No es por algún motivo en especial. Me preocupo por vos como cualquier persona responsable lo haría.

    Sara vio a una chica de cabellos dorados que se acercaba caminando lentamente. Se sorprendió al verla.

    La joven se acercó a Edgar por detrás y luego le cubrió los ojos con sus manos.

    -Adiviná quien soy, Ed.

    -Ah, tu voz se me hace conocida.

    -Pensá con tranquilidad. Tenés tiempo.

    -Ya está. Me rindo.

    Marina quitó sus manos del rostro de su amigo, permitiéndole darse vuelta. Lo abrazó.

    -¡Marina!

    -¡Que mal, Ed! ¿Cómo pudiste olvidarte de tu antigua rival? Se nota que seguís pudriéndote el cerebro con los videojuegos.

    La joven dejó de abrazar a Edgar para saludar a Sara.

    -Disculpame. No te saludé porque quería sorprenderlo.

    -Sí. Lo entiendo.

    Las puertas del colegio se abrieron.

    -Tenemos que entrar-dijo Edgar-. Isma todavía no llegó.

    -Ya va a llegar-aseguró Marina-. Entremos. Creo que esta vez voy a estar en el mismo curso que ustedes-dijo mientras se dirigía a la entrada del colegio.

    -¿Le decimos lo que sabemos?-preguntó Sara.

    -No-respondió Edgar-. Mejor no. No es necesario que lo sepa. Al menos por ahora.

    Todos los alumnos ingresaron. Formaron filas, y luego cada grupo se dirigió al salón que le correspondía.

    -¿Dónde se sienta Isma?-preguntó Marina al llegar al salón.

    -Allá-dijo Sara mientras señalaba una mesa que estaba al frente.

    Una chica se alarmó al ver a su nueva compañera poniendo su mochila sobre la mesa que solía ocupar Ismael Andes. Se acercó a ella para advertirle.

    -No amiga. No te sientes ahí.

    -¿Eh? ¿Por qué no?

    -Porque alguien terrible se sienta ahí. Mejor vení conmigo.

    Edgar se acercó para intervenir.

    -No le hagas caso, Marina. Sentate. No hay ningún problema.-Miró a la chica que se había acercado a su amiga-. Y vos ocupate de tus asuntos, Isabel. Volvé a tu lugar.

    La chica volvió a su asiento ofendida por la forma en que la había tratado su compañero.

    -Isma se va a sorprender cuando te vea.

    -Él ya sabe que volví-comentó Marina-. Fui a su casa el sabado.

    -¿Cómo reaccionó al verte?

    -No reaccionó como esperaba. Está algo diferente, pero no me molesta. Puedo quererlo y aceptarlo tal como es. Y además, él sigue queriéndome.

    -Me alegro por ustedes.

    Edgar regresó a su lugar.

    Ismael llegó al salón. Tarde, pero seguro. Sin decir una palabra, sin saludar a nadie, fue a ocupar su lugar. Sacó de su mochila su carpeta y su cartuchera. Dejó ambas cosas sobre la mesa.

    Marina lo rodeó con sus brazos y lo besó en la mejilla.

    -Tardaste bastante, Isma.

    Hasta que llegó el recreo la mayoría no hizo más que hablar en voz baja sobre Ismael y la nueva compañera.

    Sonó el timbre.

    Edgar iba a dejar su asiento, pero se detuvo al notar que su amiga Sara no había reaccionado al escuchar el timbre.

    Ella miraba por la ventana. No parecía muy animada.

    Los demás salieron.

    -Hey, tenemos que salir. Vamos.

    -No quiero.

    -Nadie puede quedarse en el salón durante el recreo. Lo sabés. La preceptora nos va a retar. Vamonos.

    -Me siento mal, Ed.

    -¡Me lo hubieras dicho antes! ¿Tenés fiebre? ¿Te duele el estómago?

    -No estoy mal de salud. Estoy triste.

    -¿Por qué?

    -Porque ahora que ella volvió ya no tengo ni la más mínima probabilidad de tener una relación con Isma.

    -¿Por eso? Yo pensé que ya te habías dado por vencida hace mucho.

    -Supongo que ante esta situación no me queda otra que recurrir a mi segunda opción.

    Sara apoyó su cabeza sobre el hombro izquierdo de su amigo.

    -¿Querés salir conmigo el sábado, Ed?

    -No puedo. ¿Por qué no le preguntás a alguna de tus amigas? El sábado tengo que quedarme en casa. Mis padres se van a ir a...

    De repente, Edgar se levantó y se alejó de su compañera. Había entendido cuales eran sus intenciones.

    -¡Recién me di cuenta! Escuchame bien. Nunca voy a ser novio de una chica que me considera una segunda opción.

    El joven salió del salón.

    -Ahora se hace el difícil-dijo Sara-, pero ya va a caer.

    Mientras tanto, en el patio muchos observaban a Ismael y a Marina, que estaban sentados en un rincón.

    Era muy extraño verlo acompañado a ese temible estudiante de tercer año.

    -No es tu obligación estar todo el tiempo conmigo. Si tenés intenciones de conversar con gente de nuestro salón o de cualquier otro va a ser mejor que te alejes de mí, porque sino nadie se te va acercar.

    -Me gusta estar con vos.

    -Te vas a aburrir mucho estando conmigo.

    -¿Por qué te tienen miedo?

    No hubo respuesta.

    A Ismael le llamó la atención una chica que no había visto llegar al patio en ningún momento. Como tenía puestos sus anteojos negros detectores notó que ella era alguien con potencial, porque un aura celeste rodeaba su cuerpo.

    -Ella no es de este colegio-pensó el guardián-. Habrá llegado teletransportandose. ¿Por qué estará acá?

    Edgar estaba conversando con sus amigos en ese momento. Sintió que alguien le tocaba un hombro. Al darse vuelta vio a una chica.

    Ella era casi de su misma estatura. Su cabello no era muy largo. Apenas le llegaba hasta los hombros. Como toda estudiante tenía puesto un guardapolvo blanco. Llevaba unos anteojos.

    -Hola. ¿Puedo ayudarte en algo?

    -Puede ser. ¿Sos de tercer año?

    -Sí.

    -Busco a un chico alto, con una cicatriz en la mejilla, y que tiene cara de malo todo el tiempo. ¿Lo conocés? Necesito hablar con él

    Marina observó la situación.

    -¿Quién será esa chica? Se acercó a hablar con Ed. Es muy linda. ¿Tendrá algún interés en él?

    -Necesito ir al baño-dijo Ismael para tener una excusa para levantarse e irse.

    Edgar vio a su amigo pasando por detrás de la chica que lo buscaba. Lo señaló.

    -Es él. Mejor no lo intentes. Él generalmente no tiene ganas de hablar con nadie, y menos con gente que no conoce. Aunque se trate de algo importante.

    -Aún así lo intentaré. Gracias por ayudarme.

    La chica siguió a Ismael, quien rápidamente se percató de que lo seguían.

    -Sé que viniste hasta acá por mí. Seguime y no digas nada hasta que yo te lo pida.

    Fueron hasta el segundo piso del colegio. Entraron en el salón que ocupaban Ismael y sus compañeros.

    -Ahora hablá. ¿Por qué viniste?

    -Primero quiero presentarme, guardián. Soy Ariadna Benitez, tengo quince años, y curso el primer año en otro colegio. Y vos sos...

    -No es necesario que me presente. Vos ya debés saber muy bien quien soy.

    -No es así. No sé nada sobre vos. Supuse que eras el guardián porque te vi la semana pasada en ese restaurante hablando con ese tipo. Además una de mis amigas estudia acá y me habló sobre tus... antecedentes, pero no sabe tu nombre. Pensé que sólo un espléndido guerrero sangriento podría ser el guardián.

    -¿Qué tiene de relevante el hecho de que yo haya hablado con Janos?

    -No sabés nada, ¿no? Su apodo lo dice todo. Es un asesino. Tiene por costumbre matar gente, no hacer amigos. A vos no puede matarte porque no le conviene. ¿Vas a presentarte o no?

    -Sí. Mi nombre es Ismael Andes, tengo diecisiete años, y actualmente curso el tercer año en este basurero. Ahora decime por qué viniste.

    -Vine para darte algo especial que te va a resultar muy util.

    Recien en ese momento Ismael le prestó mucha atención a la chica. Recordó las palabras de Alem.

    -El asesino no es la única persona con potencial que debe preocuparte. Tené mucho cuidado. No confíes en nadie y no aceptes ningún objeto extraño que te ofrezcan.

    En ese momento el guardián se preguntó qué debía hacer.

    ¿Debía seguir los consejos de su maestro al pie de la letra o arriesgarse?

    Se decidió.

    -No puedo aceptar nada que quieras darme-dijo Ismael-. No te conozco, y no sé cuales son tus verdaderas intenciones. No puedo confiar en vos. Ahora salí de mi vista.

    -Por favor confiá en mí-rogó Ariadna-. Yo sólo quiero ayudarte. No quiero perderlo todo. Tengo una familia amorosa, me va muy bien en el colegio, y la chica más dulce que he conocido ha aceptado ser mi pareja. Sé que no puedo probarte que mi intención es buena. Sólo puedo pedirte que confíes en mí, Ismael.

    -¿Escuché bien? Dijiste que tu pareja es...

    -Sí. Una chica. ¿Algún problema con eso?

    -Claro que no. Que seas homosexual no le hace daño a ninguna persona.

    Ismael notó que la chica estaba desesperada porque él no aceptaba su ayuda. No quería verla llorar.

    -Está bien. Calmate. ¿Qué querés darme? Mostramelo.

    -¿Lo decís en serio?-preguntó con entusiasmo Ariadna.

    -Sí. Terminemos con esto rápido. En cualquier momento v a a terminar el recreo. Apurate.

    -Está bien, pero antes quiero enseñarte como funciona.

    Ariadna colocó su brazo izquierdo frente a ella como si tuviera un escudo sobre él.

    -Dame tu mejor golpe. No dudes. Hacelo rápido.

    -No me agrada la idea de levantar mi puño contra una chica, pero como no queda tiempo...

    Ismael atacó. Su puño se detuvo cuando estuvo a unos centímetros de distancia de su objetivo. Fue derribado al ser golpeado por una fuerza invisible. Se levantó.

    -¿Qué pasó?

    -Tu ataque fue repelido por esto.

    Ariadna se arremangó para mostrarle algo que cubría parte de su antebrazo. Ella tenía puesto un brazalete dorado, que tenía incrustado un diminuto espejo.

    -Un brazalete especial hecho por mí. El espejo que tiene sirve para repeler cualquier ataque. Golpes, descargas eléctricas, rayos, telekinesis. Tu enemigo termina lastimado sin importar la forma en que te ataque.

    -¿Cómo lo sabés? ¿Ya lo probaste?

    -Varias veces. No sos el único que tiene problemas con la gente con potencial.

    Ariadna se quitó el brazalete y se lo entregó. También le dio un trozo de papel que estaba en uno de los bolsillos de su guardapolvo. El mismo tenía escrito su nombre y el número de su celular.

    -Te doy esto porque quiero que te comuniques conmigo si algo malo llega a sucederle al espejo. Todas las veces que utilicé el brazalete nunca se rompió o dejó de funcionar. Puedo darte otro si llega a ser necesario.

    Ismael guardó el brazalete en su mochila. En ese momento ya no dudó ni un segundo. Aceptó con gusto ese extraño objeto.

    -Gracias. Tenías razón. Me va a resultar muy util.

    -No me agradezcas. Porque si terminás perdiendo no voy a ser tan amable con vos. Si mi preciosa vida se arruina vas a ser el único culpable. Por eso, si sobrevivo a la catastrofe que tiene planeada Janos Etna te voy a buscar para matarte.

    -¿Creés que vas a tener esa oportunidad? Es muy probable que Janos me mate con sus propias manos.

    -Lo sé. Pero si llegás a salir vivo de esa situación ya vas a saber lo que te espera.

    -Sí, lo sabré.-Ismael permaneció en silencio unos momentos, pensando-.¿Vos sabés utilizar una brújula para encontrar personas?

    -Sí. ¿Por qué querías saberlo?

    -Ya lo vas a saber.

    Ismael sacó de su cartuchera una de sus lapiceras y se la entregó a Ariadna.

    -Guardala bien. Ahora que tenés un objeto que me pertenece vas a poder encontrarme fácilmente. Si la situación que mencionaste se llega a hacer realidad te voy a estar esperando.

    Ariadna estaba desconcertada por lo que había hecho el guardián.

    -Normalmente una persona hace todo lo posible para evitar su muerte.

    -Si me conocieras sabrías que no soy como la mayoría.

    -No hace falta que te conozca. Me di cuenta de eso sólo por hablar con vos por unos minutos. Te deseo suerte, Ismael. Espero que le ganes a ese monstruo. Adiós.

    Ariadna Benitez desapareció.

    Ismael ocupó su lugar al frente de la clase. Sus compañeros volvieron al salón después de escuchar el timbre.

    Marina ocupó su asiento. Estaba algo molesta.

    -Dijiste que sólo ibas al baño, y me dejaste sola durante todo el recreo.

    -Es que... recordé que me quedaba por hacer una parte de la tarea que dejó la profesora que va a venir ahora. Perdóname

    . –La tarea es muy importante. Entonces no hay problema. Te perdono.

    Ismael no centró su atención en la clase lo suficiente como para dejar de pensar en algo que le causaba mucha curiosidad: el entrenamiento especial. Se preguntaba qué clase de pruebas tendría preparadas Alem.

    Su celular sonó.

    Salió del salón para atender la llamada. Se sorprendió al escuchar la voz de Janos Etna.

    -Hola guardián. ¿Cómo te va en el colegio hasta ahora? No te metiste en problemas, ¿no?

    -¿Cómo conseguiste mi número?

    -Lo vi en la agenda del celular de tu pequeña amiga. Se lo robé. Tuvimos un breve encuentro hoy al mediodía.

    -Más tarde voy a pasar por su casa. Si llego a ver un solo rasguño en su cuerpo...

    -No la lastimé. No tuve que usar la fuerza. Ella ni siquiera se dio cuenta de que le robé. ¿Estás enojado, guardián? ¿Qué pensás hacer? ¿Vas a tratar de encontrarme para darme una golpiza? Ahora que tenés mi puñal podrías hacerlo, pero no lo vas a hacer. Porque no tenés el valor suficiente. Sabés que no podés ganarme.

    -Soy un estúpido. ¿Por qué sigo escuchando tus tonterías? No te das cuenta de que sos un perdedor. Seguramente querés destruir al mundo porque no encontrás otra estupidez a la cual dedicarle tiempo, miserable. Conseguí una linda casa, buscá un empleo honesto, cortate ese cabello horrible, y dejá de complicarle la vida a los demás. Y ya que estamos con eso de las vidas pasados dejame decirte que espero que en tu próxima vida nazcas con una mejor personalidad y, si es posible, más inteligente. No vuelvas a llamarme, parasito.

    Ismael no le permitió decir nada más. Cortó la llamada y volvió a su salón.



    Lunes 4 de junio del año 2.012.




    Como le cantó las 40 a Janos, ¿no? ¿Qué le esperará a Isma durante las dos semanas de su entrenamiento especial? Pronto van a saber qué clase de torturas... ¡No! Qué clase de pruebas le tiene preparadas Alem Inax. Jajaja

    Los saluda el sr. Teras. Very Happy
    Anonymous
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    Escenario para tres. Parte 17: Brazalete especial. Empty Re: Escenario para tres. Parte 17: Brazalete especial.

    Mensaje  Invitado Jue Mar 15, 2012 1:14 am

    Uhhh queria ver la revancha...me apuesto lo que sea a que el jodido brazalete se rompe en pedazossssss....

      Fecha y hora actual: Dom Mayo 19, 2024 10:20 pm