Teras Mar Mar 13, 2012 12:36 pm Una joven corría por una calle no muy transitada. Tenía puesto un guardapolvo blanco que dejaba a la vista un pantalón largo azul y unas zapatillas blancas. Cargaba sobre sus hombros una mochila negra. Se apuró aún más cuando vio a lo lejos a la persona que perseguía: un compañero de clase.
El perseguido se alarmó cuando percibió que alguien la acechaba. Se dio y sacó una navaja de uno de los bolsillos de su campera. Normalmente la gente que lo perseguía no tenía buenas intenciones.
-Tranquilo-dijo la chica, esforzándose por recuperar su aliento-. Soy yo.
-¿Sara? Por un momento pensé que tendría que darle una paliza a algún miserable. ¿Qué pasa? ¿Tenés algo que decirme?
-Sí.
-Si corriste tanto debe ser importante.
La respiración de la joven ya se estaba normalizando.
-Al menos para mí si lo es.
Ismael guardó su navaja en uno de los bolsillos de su campera.
-Entonces hablá. Rápido.
-Bueno. Sucede que... Yo... No sé cómo decir...
Sara sentía un leve ardor en sus mejillas. Los nervios no le permitían expresarse. No podía concluir una oración.
Ismael frunció el ceño y levantó un poco el tono de su voz.
-¿Qué pasó? ¿Acaso se te olvidó lo que tenías que decirme? Ay, que perdida de tiempo. Mejor me voy.
-¡No! ¡Esperá por favor!
-¿Eh? ¿Lo recordaste?
-No hace falta. En ningún momento olvide lo que siento por vos.
Sara se atrevió a mirar a los ojos a su amigo y soltar todo.
-Te quiero mucho, Isma. Vos me gustás. Quiero ser tu pareja. Lo digo en serio.
Ismael se sorprendio al escuchar a su amiga, pero la expresión de su rostro no cambió. Casi nunca cambiaba. Siempre estaba firme su mirada fría e inexpresiva. Sabía que su compañera se sentiría mal, porque él iba a hacer lo que creía que era correcto.
-Eso sí que no me lo esperaba. Ahora yo debería darte alguna respuesta, ¿no?
-Sí, pero primero dejame aclararte algo. No importa si no sentís lo mismo por mí. Si pasamos un tiempo juntos puede ser que termines encariñandote. No perdés nada por intentar.
-Sara, yo te quiero mucho. Sos una chica agradable, interesante, y honesta. Una excelente amiga.
El rostro de la joven fue iluminado por una brillante sonrisa. Se preguntaba si sería correspondida. No había señales de un “no” por el momento.
-Si todo fuera como antes estaría dispuesto a darte una oportunidad. Realmente no es agradable tener que rechazarte.
Sara dejó de sonreir. Dirigió su mirada al suelo. El rechazo la había golpeado con fuerza. Sentía a las lágrimas anunciando su lento recorrido por las mejillas.
-¿Por qué?-preguntó con la voz quebrada por el llanto.
-Te voy a explicar por qué no puede ser. Lo merecés.
Ismael se acercó a su amiga y la abrazó.
-Antes yo quería tener esa clase de relación por las mismas razones que cualquiera. Tener alguien con quien compartir los buenos momentos, casarme y tener hijos, tener relaciones sexuales. Pero ahora ya no. Ya no quiero. No me interesan ninguna de esas cosas ahora.
-¿No podés hacer una excepción? Por favor. Sé que sufrís mucho. La soledad no va a aliviar tu dolor. Yo puedo curar tus heridas con mi cariño. Dejame hacerlo. Aceptame.
-Algún día vas a entender que esto solo lo hago por tu bien. Sos una buena chica. Vas a encontrar al alguien que merezca tu cariño. Tarde o temprano vas a pensar en mi rechazo con una sonrisa. Te lo aseguro.
-Desgraciadamente tus palabras no me sirven de consuelo, pero... hay algo que podés hacer para consolarme.
-¿Qué puedo hacer? Decimelo.
-Podés besarme.-dijo Sara mientras se secaba sus mejillas con la manga derecha de su guardapolvo.
-Eso querés.
-Sí. Un beso. Nada más. No vas a negarte, ¿no?
Ismael no respondió. Acercó sus labios a los de su amiga lentamente y la besó. Parte de él agradeció que ese fuera el pedido. No recordaba muy bien lo que sentía al besar a una chica. Un buen recordatorio.
Sara cerró sus ojos y disfrutó ese beso de principio a fin. El primero y tal vez el último beso que le daría su amigo.
El primero, seguro. Posiblemente el último.
El futuro siempre está cubierto de nieblas.
Se separaron.
-Qué rico-dijo Sara-. Al menos ahora yo también sé que se siente al besar a Ismael Andes-dijo sonriendo.
Ismael libró a su amiga de su abrazo y se alejó de ella. Agarró la brujula que estaba en uno de los bolsillos de su campera y preguntó en voz baja:
-¿La persona que tengo que proteger está cerca?
No estaba cerca.
La brújula volvió al lugar que ocupaba.
-¿Qué estabas haciendo?-preguntó Sara.
-Nada importante. Tengo que irme. Nos vemos mañana, Sara.
El guardián se alejó de su amiga caminando rápidamente. Quería llegar a la casa de una de las dos personas que quedaban en su lista: Amanda Acevedo. Cruzó muchas calles, dobló en algunas esquinas y finalmente pasó por la calle en la que estaba la casa de su pequeña amiga.
Pasó frente a esa casa, pero la dulce niña de cabello castaño no había salido a recibirlo.
-¿Se habrá ido a algún lado?-se preguntaba mientras miraba hacia donde se encontraba la casa de la familia Acevedo-. ¿Justo hoy?
Ismael se dio vuelta al sentir que alguien le tocaba la espalda. Encontró a la persona que buscaba.
-¿Me estabas esperando? Como mi mamá me encargó un mandado justo a esta hora pensé que no te vería.
-Sí. Te esperaba.
-¿Qué pasa, Isma? ¿Ya no podés vivir un solo día sin verme?
-Te creés demasiado importante.
Ismael nuevamente tomó su brújula y preguntó:
-¿La persona que tengo que proteger está cerca?
La flecha no se movió. Permaneció fija en el norte.
El guardián puso su mano izquierda sobre su frente. Ante él estaba la persona que debía proteger. Guardó su brújula en el bolsillo derecho de su campera.
-¿Qué estabas haciendo?-preguntó Amanda-. ¿Y ese cubo marrón?
-Es una cosa que encontré tirada por ahí, chica creida.
-Yo no creo ser importante. Soy importante. Porque nosotros nos vamos a casar. ¿no?
La chica se rió.
-Cuando eras más chica siempre decías eso-recordó Ismael-. A Marina no le gustaba para nada a pesar de que no lo decías en serio.
-Eramos amigas, pero creo que no confiaba completamente en mí.
Lunes 23 de abril del año 2.012.
¡El poder para cumplir un deseo está en Amanda! ¿Qué opinan? ¿Tenía una buena razón para desconfiar la ausente Marina? Me dio lástima Sara. TT_TT
¿Amanda querrá a Isma como algo más que un amigo? Es muy grande para ella, ¿no?
Los saluda el sr. Teras.
El perseguido se alarmó cuando percibió que alguien la acechaba. Se dio y sacó una navaja de uno de los bolsillos de su campera. Normalmente la gente que lo perseguía no tenía buenas intenciones.
-Tranquilo-dijo la chica, esforzándose por recuperar su aliento-. Soy yo.
-¿Sara? Por un momento pensé que tendría que darle una paliza a algún miserable. ¿Qué pasa? ¿Tenés algo que decirme?
-Sí.
-Si corriste tanto debe ser importante.
La respiración de la joven ya se estaba normalizando.
-Al menos para mí si lo es.
Ismael guardó su navaja en uno de los bolsillos de su campera.
-Entonces hablá. Rápido.
-Bueno. Sucede que... Yo... No sé cómo decir...
Sara sentía un leve ardor en sus mejillas. Los nervios no le permitían expresarse. No podía concluir una oración.
Ismael frunció el ceño y levantó un poco el tono de su voz.
-¿Qué pasó? ¿Acaso se te olvidó lo que tenías que decirme? Ay, que perdida de tiempo. Mejor me voy.
-¡No! ¡Esperá por favor!
-¿Eh? ¿Lo recordaste?
-No hace falta. En ningún momento olvide lo que siento por vos.
Sara se atrevió a mirar a los ojos a su amigo y soltar todo.
-Te quiero mucho, Isma. Vos me gustás. Quiero ser tu pareja. Lo digo en serio.
Ismael se sorprendio al escuchar a su amiga, pero la expresión de su rostro no cambió. Casi nunca cambiaba. Siempre estaba firme su mirada fría e inexpresiva. Sabía que su compañera se sentiría mal, porque él iba a hacer lo que creía que era correcto.
-Eso sí que no me lo esperaba. Ahora yo debería darte alguna respuesta, ¿no?
-Sí, pero primero dejame aclararte algo. No importa si no sentís lo mismo por mí. Si pasamos un tiempo juntos puede ser que termines encariñandote. No perdés nada por intentar.
-Sara, yo te quiero mucho. Sos una chica agradable, interesante, y honesta. Una excelente amiga.
El rostro de la joven fue iluminado por una brillante sonrisa. Se preguntaba si sería correspondida. No había señales de un “no” por el momento.
-Si todo fuera como antes estaría dispuesto a darte una oportunidad. Realmente no es agradable tener que rechazarte.
Sara dejó de sonreir. Dirigió su mirada al suelo. El rechazo la había golpeado con fuerza. Sentía a las lágrimas anunciando su lento recorrido por las mejillas.
-¿Por qué?-preguntó con la voz quebrada por el llanto.
-Te voy a explicar por qué no puede ser. Lo merecés.
Ismael se acercó a su amiga y la abrazó.
-Antes yo quería tener esa clase de relación por las mismas razones que cualquiera. Tener alguien con quien compartir los buenos momentos, casarme y tener hijos, tener relaciones sexuales. Pero ahora ya no. Ya no quiero. No me interesan ninguna de esas cosas ahora.
-¿No podés hacer una excepción? Por favor. Sé que sufrís mucho. La soledad no va a aliviar tu dolor. Yo puedo curar tus heridas con mi cariño. Dejame hacerlo. Aceptame.
-Algún día vas a entender que esto solo lo hago por tu bien. Sos una buena chica. Vas a encontrar al alguien que merezca tu cariño. Tarde o temprano vas a pensar en mi rechazo con una sonrisa. Te lo aseguro.
-Desgraciadamente tus palabras no me sirven de consuelo, pero... hay algo que podés hacer para consolarme.
-¿Qué puedo hacer? Decimelo.
-Podés besarme.-dijo Sara mientras se secaba sus mejillas con la manga derecha de su guardapolvo.
-Eso querés.
-Sí. Un beso. Nada más. No vas a negarte, ¿no?
Ismael no respondió. Acercó sus labios a los de su amiga lentamente y la besó. Parte de él agradeció que ese fuera el pedido. No recordaba muy bien lo que sentía al besar a una chica. Un buen recordatorio.
Sara cerró sus ojos y disfrutó ese beso de principio a fin. El primero y tal vez el último beso que le daría su amigo.
El primero, seguro. Posiblemente el último.
El futuro siempre está cubierto de nieblas.
Se separaron.
-Qué rico-dijo Sara-. Al menos ahora yo también sé que se siente al besar a Ismael Andes-dijo sonriendo.
Ismael libró a su amiga de su abrazo y se alejó de ella. Agarró la brujula que estaba en uno de los bolsillos de su campera y preguntó en voz baja:
-¿La persona que tengo que proteger está cerca?
No estaba cerca.
La brújula volvió al lugar que ocupaba.
-¿Qué estabas haciendo?-preguntó Sara.
-Nada importante. Tengo que irme. Nos vemos mañana, Sara.
El guardián se alejó de su amiga caminando rápidamente. Quería llegar a la casa de una de las dos personas que quedaban en su lista: Amanda Acevedo. Cruzó muchas calles, dobló en algunas esquinas y finalmente pasó por la calle en la que estaba la casa de su pequeña amiga.
Pasó frente a esa casa, pero la dulce niña de cabello castaño no había salido a recibirlo.
-¿Se habrá ido a algún lado?-se preguntaba mientras miraba hacia donde se encontraba la casa de la familia Acevedo-. ¿Justo hoy?
Ismael se dio vuelta al sentir que alguien le tocaba la espalda. Encontró a la persona que buscaba.
-¿Me estabas esperando? Como mi mamá me encargó un mandado justo a esta hora pensé que no te vería.
-Sí. Te esperaba.
-¿Qué pasa, Isma? ¿Ya no podés vivir un solo día sin verme?
-Te creés demasiado importante.
Ismael nuevamente tomó su brújula y preguntó:
-¿La persona que tengo que proteger está cerca?
La flecha no se movió. Permaneció fija en el norte.
El guardián puso su mano izquierda sobre su frente. Ante él estaba la persona que debía proteger. Guardó su brújula en el bolsillo derecho de su campera.
-¿Qué estabas haciendo?-preguntó Amanda-. ¿Y ese cubo marrón?
-Es una cosa que encontré tirada por ahí, chica creida.
-Yo no creo ser importante. Soy importante. Porque nosotros nos vamos a casar. ¿no?
La chica se rió.
-Cuando eras más chica siempre decías eso-recordó Ismael-. A Marina no le gustaba para nada a pesar de que no lo decías en serio.
-Eramos amigas, pero creo que no confiaba completamente en mí.
Lunes 23 de abril del año 2.012.
¡El poder para cumplir un deseo está en Amanda! ¿Qué opinan? ¿Tenía una buena razón para desconfiar la ausente Marina? Me dio lástima Sara. TT_TT
¿Amanda querrá a Isma como algo más que un amigo? Es muy grande para ella, ¿no?
Los saluda el sr. Teras.
