Teras Vie Mar 16, 2012 12:20 pmAmanda Acevedo lloraba sentada sobre un banco de una plaza. El profundo dolor que sentía en su pecho no se iba. Frente a ella estaba una mujer.
Una desconocida que se había preocupado al ver a una menor sola en ese lugar y a esa hora.
Esa era la plaza en la que horas atrás habían estado el guardián y el asesino.
-¿Cómo te llamás, nena? ¿Por qué llorás? ¿Estás perdida?
Amanda no respondió.
-¿Sabés la dirección de tu casa?
La chica de cabello castaño permaneció en silencio.
-No me queda más opción que llevarte a mi casa. No pienso dejarte sola en un lugar así a esta hora.
La amable mujer sintió que alguien le tocaba un hombro. Al darse vuelta vio a un hombre alto que tenía una larga cabellera blanca con una brújula en su mano derecha.
El asesino tocó la frente de la desconocida con los dedos índice y medio de su mano derecha.
La mujer se desmayó.
Janos sonrió. Finalmente había encontrado a su presa. Guardó su brújula en el bolsillo derecho de su pantalón.
Amanda se puso de pie al verlo. Frunció el ceño. Su profunda tristeza se había mezclado con su furia. La furia que había sentido al ver al hombre que seguramente había matado a su amigo. Clavó su mirada en el rostro de ese asesino.
-Maldito. Mataste a mi mejor amigo y ahora querés matarme a mí también. Sé que querés hacerlo. ¡Hacelo rápido! ¡Matame y después destruí al mundo! Ahora ya no me importa nada. No pienso intentar huir ni pedirte de rodillas que no me mates.
Después de decir eso la chica cerró sus ojos esperando recibir el mortal ataque.
-Bien-pensó-, pero antes de cortarle la cabeza voy a tocarla. Recuerdo que él me dijo que no permitiría que le pusiera un solo dedo encima.
El demonio de cabello blanco quería tocar la delicada piel de la chica. Quería rozar una de sus mejillas con sus dedos, pero no lo logró. Alguien lo agarró del brazo para luego darle un golpe.
El asesino fue derribado. No había llegado a ver al agresor, pero no necesitaba verlo para saber quien era.
-¡Maldición! Es él.
Amanda abrió sus ojos. Quedó boquiabierta al ver a su amigo. Se acercó a él para abrazarlo.
El guardián miró a su enemigo.
-¿No escuchaste bien lo que te dije hoy a la mañana? Lo repetiré. No voy a permitir que pongas un solo dedo sobre mi amiga.
La chica de cabello castaño se separó de su protector.
-Debo irme, ¿no? Isma...
-No-interrumpió Ismael-. Quedate a ver el final del espectáculo. Ahora me voy a encargar de darle una paliza a ese espantajo.
Janos se levantó y desenvainó su espada. Se rió.
-Mis oídos deben haberme fallado. ¿Dijiste que me vas a dar una paliza?
-Sí. Eso dije. ¿Tenés algún problema auditivo, estúpido?
El joven notó que su rival tenía el puñal cuyo filo no conocía límites.
-Me lo quitaste cuando estaba inconciente.
-Pensé que estabas muerto. El truco que te enseñó tu maestro te falló.
-No pienso volver a intentar eso. Te voy a destruir con mi propia fuerza.
-Entiendo. Ya te diste cuenta, ¿no? Vas a perder aún estando cerca de ella.
-No sé por qué decís eso.
Ismael se agachó y puso su mano sobre el cuello de la mujer que se preocupó por su amiga. Sintió su pulso.
-Está viva.
La desconocida desapareció.
-¿Adónde la mandaste?-preguntó Amanda.
-A un hospital. Es un lugar seguro. Además la gente que esté en ese lugar no permanecerá impasible al encontrarse con alguien que está inconciente.
El guardián desenvainó su espada y se acercó a su enemigo caminando tranquilamente. Se detuvo cuando estuvo a casi un metro de distancia de él.
Mientras tanto Amanda se sentó en el banco de la plaza una vez más. Miró a los dos contendientes.
-No mueras, Isma-pensó la chica.
El asesino vio la hora en su reloj de pulsera.
-¿Cuánto tiempo te queda?
-Poco.
Janos atacó.
Ismael se cubrió con su espada, y luego contraatacó. El filo escarlata rasgó el aire varias veces, pero no alcanzó la piel del asesino. Finalmente retrocedió después de que su rival lo atacara una vez más. Terminó con una herida en el hombro.
-¿Qué sucede, guardián? Pensé que podrías hacer algo mejor estando cerca de ella.
El hombre de cabello blanco siguió atacando.
El guardián tuvo la misma sensación que había tenido en la tarde. Sentía que se enfrentaba a alguien que nunca podría superar. Cuando su enemigo avanzaba, él retrocedía.
Su duda e inseguridad fueron una gran ventaja para el asesino.
Ismael se teletransportó para alejarse de su rival. Se agachó y clavó su espada en el suelo.
-Qué fácil-pensó Janos-. Muy pronto su sangre correrá sobre el filo de mi espada.
Amanda observaba con preocupación a su amigo.
-No te des por vencido, Isma. Levantate. Sé que podés hacerlo. Vos también lo sabés.
El joven miró a su rival. Respiró profundamente.
-Estuve haciendo todo mal. A partir de ahora no puedo permitirme fallar una vez más. Derrotaré a Janos y viviré el tiempo que me corresponda. Se lo prometí. No puedo fallarte, mamá. A vos tampoco, Ami. ¡No volveré a fallar! ¡No las decepcionaré!
-¡Callate y morite de una buena vez!-gritó Janos antes de moverse a gran velocidad para atacar a su enemigo.
-¡Atrás!
Ismael lo obligó a retroceder utilizando su telekinesis. Presionándolo con el poder de su mente. Luego tomó su espada y avanzó rápidamente.
Esta vez fue Janos quien se sintió acorralado.
El asesino le lanzó el puñal para tratar de detenerlo.
Esa arma blanca terminó clavada en el tronco de un árbol. No lastimó al guardián.
Siguieron así. Atacándose el uno al otro hasta que después de un violento choque una espada salió despedida.
Una espada escarlata cayó sobre el pasto. Muy lejos de su dueño.
-¡Gané otra vez, guardián!
Janos atacó a su desarmado rival.
Pero no todo estaba perdido.
Ismael se cubrió con su brazo izquierdo. El brazalete espejo lo protegería. Él esperaba que Janos saliera despedido, pero no sucedió.
El otro se mantuvo firme sosteniendo su espada. Enfrentando el poder del extraño objeto que había obtenido el guardián.
Segundos después se escuchó un extraño sonido.
Era el filo de la espada lo que lo producía. Se estaba resquebrajando.
Finalmente el asesino salió despedido. Y al mismo tiempo su espada quedó hecha pedazos.
El espejo que contenía el brazalete también había quedado destrozado.
Janos se puso de pie una vez más.
-Ahora sólo nos quedan las armas con las que nacimos, guardián. Puños y pies.
-Me parece bien. Será agradable destrozarte con mis propias manos.
Ambos dieron inicio a un violento intercambio de golpes y patadas.
Fue una lucha sin cuartel.
Ninguno retrocedió. No hubo interrupciones.
Lanzaban cada golpe con una furia descomunal. Dando gritos ensordecedores.
Parecía una lucha entre dos feroces bestias.
El terrible enfrentamiento duró hasta que el más furioso, tenaz y devastados de los dos tomó ventaja.
Dejó fuera de combate a su rival. Lo derribó dándole un último golpe con su puño derecho.
El nombre del guerrero que había quedado en pie era Ismael Andes.
Janos lo miró. Estaba furioso porque ya no podría cumplir su deseo. Se sentía mal porque ya no tenía fuerzas para seguir luchando. Su cuerpo había llegado a su límite.
-Las fuerzas de mi cuerpo y de mi alma fueron más que suficientes para derrotarte, basura humana.
-Hacé lo que yo haría por vos si estuviera en tu lugar. Dejá de humillarme y matame.
-Eso haré. No hace falta que me lo pidas.
Ismael miró a su alrededor varias veces. Buscaba su espada. Cuando la encontró utilizó su telekinesis para atraerla.
Esa arma blanca se elevó en el aire y fue adonde estaba su dueño.
Al ver eso Amanda dejó el banco en el que estaba sentada y se acercó a su amigo corriendo.
El guardián acercó el filo de su espada al cuello de su rival.
-¡Isma! ¡No!
El joven miró a la chica de cabello castaño.
-No lo hagas. No quiero verte hacer eso. Por favor.
Janos se incorporó. Utilizó las pocas fuerzas que tenía para hacerlo. Frunció el ceño.
-¡No le hagas caso! ¡Matame! ¡Querés hacerlo! ¡Estoy seguro! ¡Porque en el fondo vos sos como yo! ¡No lo niegues! ¡Matame! ¡No te contengas sólo porque ella está acá!
-¡Silencio!
El asesino sintió mucho dolor cuando su enemigo le dio una patada. Sus costillas recibieron el impacto.
-No te voy a matar. Aunque me lo ruegues. Porque yo no soy un asesino. Yo soy un guardián.
Ismael envainó su espada y se alejó del derrotado asesino.
Amanda se acercó a su mejor amigo y lo abrazó.
-Gracias por esforzarte tanto para protegerme. Para proteger el mundo.
-Ya cumplí parte de mi promesa-pensó Ismael.
Janos miró con tristeza su reloj de pulsera. Luego cubrió su rostro con una mano. Sentía que no era capaz de contener el llanto. Eran las 11:59 Pm.
Faltaban algunos segundos para la medianoche.
Viernes 21 de diciembre del año 2.012.
El ganador es... ¡Ismael Andes! ¡Sí! Ahora que la amenaza del asesino terminó, ¿qué le deparará el futuro a Isma? Por ahora lo único seguro es que va a tener el poder para cumplir un deseo. Lo demás es un misterio. ^^
Los saluda el sr. Teras.
Una desconocida que se había preocupado al ver a una menor sola en ese lugar y a esa hora.
Esa era la plaza en la que horas atrás habían estado el guardián y el asesino.
-¿Cómo te llamás, nena? ¿Por qué llorás? ¿Estás perdida?
Amanda no respondió.
-¿Sabés la dirección de tu casa?
La chica de cabello castaño permaneció en silencio.
-No me queda más opción que llevarte a mi casa. No pienso dejarte sola en un lugar así a esta hora.
La amable mujer sintió que alguien le tocaba un hombro. Al darse vuelta vio a un hombre alto que tenía una larga cabellera blanca con una brújula en su mano derecha.
El asesino tocó la frente de la desconocida con los dedos índice y medio de su mano derecha.
La mujer se desmayó.
Janos sonrió. Finalmente había encontrado a su presa. Guardó su brújula en el bolsillo derecho de su pantalón.
Amanda se puso de pie al verlo. Frunció el ceño. Su profunda tristeza se había mezclado con su furia. La furia que había sentido al ver al hombre que seguramente había matado a su amigo. Clavó su mirada en el rostro de ese asesino.
-Maldito. Mataste a mi mejor amigo y ahora querés matarme a mí también. Sé que querés hacerlo. ¡Hacelo rápido! ¡Matame y después destruí al mundo! Ahora ya no me importa nada. No pienso intentar huir ni pedirte de rodillas que no me mates.
Después de decir eso la chica cerró sus ojos esperando recibir el mortal ataque.
-Bien-pensó-, pero antes de cortarle la cabeza voy a tocarla. Recuerdo que él me dijo que no permitiría que le pusiera un solo dedo encima.
El demonio de cabello blanco quería tocar la delicada piel de la chica. Quería rozar una de sus mejillas con sus dedos, pero no lo logró. Alguien lo agarró del brazo para luego darle un golpe.
El asesino fue derribado. No había llegado a ver al agresor, pero no necesitaba verlo para saber quien era.
-¡Maldición! Es él.
Amanda abrió sus ojos. Quedó boquiabierta al ver a su amigo. Se acercó a él para abrazarlo.
El guardián miró a su enemigo.
-¿No escuchaste bien lo que te dije hoy a la mañana? Lo repetiré. No voy a permitir que pongas un solo dedo sobre mi amiga.
La chica de cabello castaño se separó de su protector.
-Debo irme, ¿no? Isma...
-No-interrumpió Ismael-. Quedate a ver el final del espectáculo. Ahora me voy a encargar de darle una paliza a ese espantajo.
Janos se levantó y desenvainó su espada. Se rió.
-Mis oídos deben haberme fallado. ¿Dijiste que me vas a dar una paliza?
-Sí. Eso dije. ¿Tenés algún problema auditivo, estúpido?
El joven notó que su rival tenía el puñal cuyo filo no conocía límites.
-Me lo quitaste cuando estaba inconciente.
-Pensé que estabas muerto. El truco que te enseñó tu maestro te falló.
-No pienso volver a intentar eso. Te voy a destruir con mi propia fuerza.
-Entiendo. Ya te diste cuenta, ¿no? Vas a perder aún estando cerca de ella.
-No sé por qué decís eso.
Ismael se agachó y puso su mano sobre el cuello de la mujer que se preocupó por su amiga. Sintió su pulso.
-Está viva.
La desconocida desapareció.
-¿Adónde la mandaste?-preguntó Amanda.
-A un hospital. Es un lugar seguro. Además la gente que esté en ese lugar no permanecerá impasible al encontrarse con alguien que está inconciente.
El guardián desenvainó su espada y se acercó a su enemigo caminando tranquilamente. Se detuvo cuando estuvo a casi un metro de distancia de él.
Mientras tanto Amanda se sentó en el banco de la plaza una vez más. Miró a los dos contendientes.
-No mueras, Isma-pensó la chica.
El asesino vio la hora en su reloj de pulsera.
-¿Cuánto tiempo te queda?
-Poco.
Janos atacó.
Ismael se cubrió con su espada, y luego contraatacó. El filo escarlata rasgó el aire varias veces, pero no alcanzó la piel del asesino. Finalmente retrocedió después de que su rival lo atacara una vez más. Terminó con una herida en el hombro.
-¿Qué sucede, guardián? Pensé que podrías hacer algo mejor estando cerca de ella.
El hombre de cabello blanco siguió atacando.
El guardián tuvo la misma sensación que había tenido en la tarde. Sentía que se enfrentaba a alguien que nunca podría superar. Cuando su enemigo avanzaba, él retrocedía.
Su duda e inseguridad fueron una gran ventaja para el asesino.
Ismael se teletransportó para alejarse de su rival. Se agachó y clavó su espada en el suelo.
-Qué fácil-pensó Janos-. Muy pronto su sangre correrá sobre el filo de mi espada.
Amanda observaba con preocupación a su amigo.
-No te des por vencido, Isma. Levantate. Sé que podés hacerlo. Vos también lo sabés.
El joven miró a su rival. Respiró profundamente.
-Estuve haciendo todo mal. A partir de ahora no puedo permitirme fallar una vez más. Derrotaré a Janos y viviré el tiempo que me corresponda. Se lo prometí. No puedo fallarte, mamá. A vos tampoco, Ami. ¡No volveré a fallar! ¡No las decepcionaré!
-¡Callate y morite de una buena vez!-gritó Janos antes de moverse a gran velocidad para atacar a su enemigo.
-¡Atrás!
Ismael lo obligó a retroceder utilizando su telekinesis. Presionándolo con el poder de su mente. Luego tomó su espada y avanzó rápidamente.
Esta vez fue Janos quien se sintió acorralado.
El asesino le lanzó el puñal para tratar de detenerlo.
Esa arma blanca terminó clavada en el tronco de un árbol. No lastimó al guardián.
Siguieron así. Atacándose el uno al otro hasta que después de un violento choque una espada salió despedida.
Una espada escarlata cayó sobre el pasto. Muy lejos de su dueño.
-¡Gané otra vez, guardián!
Janos atacó a su desarmado rival.
Pero no todo estaba perdido.
Ismael se cubrió con su brazo izquierdo. El brazalete espejo lo protegería. Él esperaba que Janos saliera despedido, pero no sucedió.
El otro se mantuvo firme sosteniendo su espada. Enfrentando el poder del extraño objeto que había obtenido el guardián.
Segundos después se escuchó un extraño sonido.
Era el filo de la espada lo que lo producía. Se estaba resquebrajando.
Finalmente el asesino salió despedido. Y al mismo tiempo su espada quedó hecha pedazos.
El espejo que contenía el brazalete también había quedado destrozado.
Janos se puso de pie una vez más.
-Ahora sólo nos quedan las armas con las que nacimos, guardián. Puños y pies.
-Me parece bien. Será agradable destrozarte con mis propias manos.
Ambos dieron inicio a un violento intercambio de golpes y patadas.
Fue una lucha sin cuartel.
Ninguno retrocedió. No hubo interrupciones.
Lanzaban cada golpe con una furia descomunal. Dando gritos ensordecedores.
Parecía una lucha entre dos feroces bestias.
El terrible enfrentamiento duró hasta que el más furioso, tenaz y devastados de los dos tomó ventaja.
Dejó fuera de combate a su rival. Lo derribó dándole un último golpe con su puño derecho.
El nombre del guerrero que había quedado en pie era Ismael Andes.
Janos lo miró. Estaba furioso porque ya no podría cumplir su deseo. Se sentía mal porque ya no tenía fuerzas para seguir luchando. Su cuerpo había llegado a su límite.
-Las fuerzas de mi cuerpo y de mi alma fueron más que suficientes para derrotarte, basura humana.
-Hacé lo que yo haría por vos si estuviera en tu lugar. Dejá de humillarme y matame.
-Eso haré. No hace falta que me lo pidas.
Ismael miró a su alrededor varias veces. Buscaba su espada. Cuando la encontró utilizó su telekinesis para atraerla.
Esa arma blanca se elevó en el aire y fue adonde estaba su dueño.
Al ver eso Amanda dejó el banco en el que estaba sentada y se acercó a su amigo corriendo.
El guardián acercó el filo de su espada al cuello de su rival.
-¡Isma! ¡No!
El joven miró a la chica de cabello castaño.
-No lo hagas. No quiero verte hacer eso. Por favor.
Janos se incorporó. Utilizó las pocas fuerzas que tenía para hacerlo. Frunció el ceño.
-¡No le hagas caso! ¡Matame! ¡Querés hacerlo! ¡Estoy seguro! ¡Porque en el fondo vos sos como yo! ¡No lo niegues! ¡Matame! ¡No te contengas sólo porque ella está acá!
-¡Silencio!
El asesino sintió mucho dolor cuando su enemigo le dio una patada. Sus costillas recibieron el impacto.
-No te voy a matar. Aunque me lo ruegues. Porque yo no soy un asesino. Yo soy un guardián.
Ismael envainó su espada y se alejó del derrotado asesino.
Amanda se acercó a su mejor amigo y lo abrazó.
-Gracias por esforzarte tanto para protegerme. Para proteger el mundo.
-Ya cumplí parte de mi promesa-pensó Ismael.
Janos miró con tristeza su reloj de pulsera. Luego cubrió su rostro con una mano. Sentía que no era capaz de contener el llanto. Eran las 11:59 Pm.
Faltaban algunos segundos para la medianoche.
Viernes 21 de diciembre del año 2.012.
El ganador es... ¡Ismael Andes! ¡Sí! Ahora que la amenaza del asesino terminó, ¿qué le deparará el futuro a Isma? Por ahora lo único seguro es que va a tener el poder para cumplir un deseo. Lo demás es un misterio. ^^
Los saluda el sr. Teras.
