Gantz Club



Unirse al foro, es rápido y fácil

Gantz Club

Gantz Club

¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero.

    Teras
    Teras

    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Novato_3


    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Nivel Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Numero
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-11 / 1001 / 100Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1

    Nada

    Mensajes466 Reputación56
    Dinero0
    Puntos Gantz43 100 Puntos0 Vida
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-1100 / 100100 / 100Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-10 / 9990 / 999Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-10 / 9990 / 999Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1

    Traje
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-1100 / 100100 / 100Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-10 / 3000 / 300Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1

    Vehiculo
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-10 / 1000 / 100Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-10 / 5000 / 500Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-10 / 9000 / 900Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1

    Energia
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-1100 / 100100 / 100Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1
    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Izquierda-10 / 9990 / 999Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Derecha-1
    Radar Nada

    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Empty Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero.

    Mensaje  Teras Vie Mar 16, 2012 12:38 pm

    Le resultaba muy difícil conciliar el sueño. Otra vez se encontraba en la misma situación.

    Él acostado sobre su cama en la oscuridad de su habitación con la mirada fija en el techo. Ya había pasado varias noches sin poder dormir bien. Algunos pensamientos ocuparon su mente.

    El momento en que el debilitado Janos Etna le dijo que debía volver a casa era un muy molesto recuerdo.

    Era sincero con él mismo. Ya varias veces había pensado en esa posibilidad, pero nunca con tanto seriedad como en los días pasados y en ese momento. No era la primera vez. Todas las veces anteriores había pensado que volver era una mala idea.

    Esa noche entendió que alejarse de las personas que lo querían era la peor idea que se le había ocurrido.

    Necesitaba volver a ver a las personas que había dejado atrás. Extrañaba a todos. Su padre, Sara, Edgar, Amanda, Marina. Incluso a Alem. Ya no podía negarlo.

    -Esto ya no tiene sentido. Pensé que todo sería mejor, pero me equivoqué. Las cosas no mejoraron. Al menos no para mí. No logré nada bueno alejándome de todos.

    Quería volver. Necesitaba hacerlo, pero pensaba que tal vez ya era demasiado tarde. Creía que las personas que él apreciaba podían negarse a aceptarlo una vez más después de lo que había hecho. Negarse a darle un lugar en sus vidas nuevamente.

    A pesar de eso ya no podía seguir dudando.

    Sabía que sólo había una cosa que podía hacer si quería volver a tener la oportunidad de ser feliz: intentarlo.

    -No se pierde nada por intentar.

    Ese pensamiento le sirvió para sentirse un poco mejor.

    Unos minutos después finalmente logró dormirse.



    Miércoles 20 de agosto del año 2.014.







    Terminó de corregir las tareas que le había pedido a los adolescentes de un curso al que daba clases, pero aún le quedaba mucho por hacer.

    Escuchaba la música que le gustaba mientras cumplía con sus deberes de profesor.

    Se encontraba solo en el comedor de una casa que había albergado a tres personas. Ahí estaba Gabriel Andes, el padre del joven que había salvado en el mes de diciembre del año 2.012.

    Le pareció escuchar que alguien golpeaba la puerta de la casa. Tomó el control remoto del equipo de audio y utilizó para pausar la reproducción del disco compacto.

    No había escuchado mal. Alguien golpeaba la puerta. Pensó que al abrir la puerta se encontraría con alguno de los amigos de su hijo.

    -¿Quién es?

    -Tu hijo. Abrí la puerta con confianza. No soy un delincuente.

    Quedó atónito al escuchar esa voz.

    Estaba detrás de esa puerta. Su hijo había vuelto después de más de un año y medio.

    Dejó su silla para ir a buscar la llave. Cuando la halló fue a colocarla en el ojo de la cerradura, y la giró hacia la derecha dos veces.

    Finalmente abrió la puerta y se encontró con el joven que indudablemente era fruto del cariño que él y su difunta esposa habían sentido el uno por el otro.

    -Hola papá. ¿Cómo estás?

    -¡Muy bien! ¡Me alegro de verte, Isma!

    Gabriel abrazó a su hijo.

    Un abrazo que fue correspondido.

    Unos segundos después se separaron.

    -Vamos adentro, Isma.

    Ambos fueron a sentarse en el comedor.

    -Se ve que tenés mucho que hacer-dijo Ismael al ver los papeles que estaban por toda la mesa.

    -Sí, pero no importa. Todo puede esperar. Ahora tengo que prestarte atención.

    -Papá, antes que nada tengo que decirte que esto no es una simple visita. No voy a hablar con vos durante unos segundos u horas para luego marcharme y dejarte solo otra vez. Quiero quedarme acá. Si es que me lo permitís. ¿Qué te parece?

    Gabriel pensó en su respuesta durante unos segundos.

    -Decime. ¿Desde cuando necesitás permiso para quedarte en tu casa? ¡Claro que podés quedarte!

    -¿No hay problema? ¿En serio?

    -Al menos en esta casa siempre vas a ser bienvenido. No sé por qué me preguntás si no hay problema. Yo nunca te eché ni te dije que no volvieras nunca. Un buen día decidiste irte. Eso fue lo que pasó. Lo sabés bien. ¿Pensaste que podía decirte que no?

    -Sí. ¿No estás enojado? Me fui. Estuve lejos de vos durante más de un año y medio. Nunca me comuniqué con vos de ninguna forma. Habrás estado muy preocupado.

    -Voy a ser sincero. Tu repentina partida me hizo sentir muchas cosas. Tristeza, enojo, preocupación. Pero eso ya no importa. Es parte del pasado. Me alegra saber que vamos a vivir juntos de nuevo.

    -A mí también, papá. Llegué para quedarme. No te voy a dejar solo. No volveré a alejarme de todos. Te lo prometo.

    -Me alegra escucharte decir eso. Siempre te dije que no debías hacer una promesa que no podrías cumplir.

    -Sí. Es una promesa que puedo cumplir sin problemas. Te lo aseguro.

    Ismael vio a su padre agarrando un celular que estaba sobre la mesa.

    -¿Qué pensás hacer?

    -Voy a avisarles a todos que volviste.

    -No hagas eso.

    Gabriel miró a su hijo.

    -¿Por qué no?

    -Porque quiero darles la noticia personalmente a cada uno.

    El profesor Andes dejó su celular sobre la mesa.

    -Preferís hacerlo a tu manera. Está bien. Entonces... ¿Qué pensás hacer?

    -Buscar trabajo. Eso debo hacer.

    -¿Trabajo? Eso se te va a complicar. No terminaste tus estudios.

    -Terminé mis estudios, papá. Los directivos de la organización para la que trabajé exigieron que cursara una vez más el último año de secundaria. Ahora entiendo por qué lo hicieron. Como renuncié ahora necesito un trabajo. Un trabajo común y corriente. Nada relacionado con salvar al mundo.

    -¿Seguiste estudiando?-preguntó el sorprendido Gabriel.

    -Sí. Seguí llevando una vida más o menos normal. No me fui a vivir en una guarida oculta en la cima de una montaña ni nada parecido.

    -Tengo curiosidad. Me gustaría saber qué estuviste haciendo todo este tiempo, pero no sé si deba empezar a hacerte preguntas. Podría ser una pérdida de tiempo porque preferirías no responderme, ¿no? Alem me dijo que si volvías algún día no tendrías muchas ganas de hablar sobre eso.

    -No te mintió. Por ahora sólo puedo decirte que el trabajo que estuve haciendo no es para personas con mente frágil. Por ahora. Algún día te hablaré sobre eso detalladamente. Sólo dame tiempo.

    -Como digas.

    Ismael suspiró aliviado. Finalmente estaba en su casa otra vez. El lugar en que había vivido durante días oscuros y maravillosos. Le agradaba saber que volvería a su habitación. Su refugio sagrado.

    -¿Cómo están todos?

    -Bien. Amanda sigue estudiando. Le va muy bien. Es una chica muy tierna. No ha cambiado mucho. Edgar está trabajando en una oficina. Sara estudia para ser profesora de lengua y literatura. Marina estudia abogacía.

    -¿Edgar y Sara siguen juntos?

    -Sí. Definitivamente son el uno para el otro.

    -Asi que Marina estudia abogacía. Perfecto. Tendremos a quien recurrir si llegan a demandarnos.

    Gabriel se rió.

    -Es verdad. Tiene sus ventajas.

    -Papá, ¿todas mis cosas están donde las dejé cuando me fui?

    -Sí. Está todo en orden en tu habitación. No pensaste que iba a tirar tus cosas a la basura o algo así, ¿no?

    Ismael sonrió.

    -Sé que debés querer seguir hablando conmigo, pero tengo muchas ganas de ir a mi habitación. ¿Te importaría que te deje solo por un rato?

    -Ve a tu habitación. No te preocupes. Tendremos mucho tiempo para hablar. Además, tengo mucho que hacer. Ve televisión, lee algo. Hacé lo que quieras. Estás en tu casa.

    -Gracias por aceptarme, papá. Por darme otra oportunidad.

    Se retiró del comedor.

    Volvió a su habitación después de tanto tiempo.

    El lugar estaba limpio. Todo estaba donde debía estar.

    Se acostó sobre su cama y cerró sus ojos. Suspiró. Le agradó mucho volver a sentir la seguridad, calidez y libertad que sólo su casa podía darle.

    -Extrañaba tanto todo esto.



    Sábado 6 de septiembre del año 2.014.







    Pasaban un buen momento en el living. Divirtiendose juntos.

    Él perdió una vez más. Empezaba a lamentarse al recordar el día en que su novia empezó a interesarse en los videojuegos.

    La chica dejó el control sobre su regazo y festejó con los brazos en alto.

    -¡Sí! ¡Sí! ¡Yo gané!

    -Bueno. No tenés que ser tan efusiva.

    -¿Por qué no? Me gusta ganarte.

    -Creo que me gustaban más las tardes que pasabamos haciendo... eso. Sabés a qué me refiero.

    -No seas llorón. Si no querés que te gane esforzate.

    Siguieron jugando.

    -¿Por qué no vas a visitar a tus parientes, Sara?

    -Prefiero quedarme en casa. Detesto a mis tíos. Son gente un tanto molesta. Cuando tenía sólo quince años y estaba soltera me preguntaban cuando iba a tener novio. Ahora que tengo novio seguramente me preguntarían cuándo me voy a casar. Después de casarme me preguntarían cuándo voy a tener un hijo. Al final sólo les quedaría una pregunta por hacerme.

    -¿Cuál?

    -Esta. ¿Cuándo te vas a morir, Sara?

    Edgar se rió.

    -¡En serio! Siempre están metiendose en lo que no les incumbe. ¡Yo hago con mi vida lo que me parece más adecuado!

    Sonó un celular.

    -Es el tuyo-señaló Sara.

    El joven atendió la llamada.

    -Hola Leticia. ¿Qué se te ofrece? ¿Qué otro estúpido problema tenés ahora? ¿No podés abrir la ventana de tu cuarto? Sos un dolor de cabeza, hermana.

    Edgar frunció el ceño.

    -¿Qué dijiste? Estás hablando en serio, ¿no?

    Sara sintió curiosidad. Se pregunto qué le estaban diciendo.

    -Sí, claro. ¡Seguro! Ya voy a cortar.

    Cortó la llamada.

    -¿Qué te dijo tu hermana?

    -Nada importante. Llamó para hacer una broma. Seguro que ahora está con sus estúpidos amigos riendose de mí.

    -¿Qué te dijo?

    -Dijo que Isma fue a mí casa. Ella le dijo que estoy acá. ¡Qué mentira!

    -Quisiera que fuera verdad.

    -Yo también. Me gustaría mucho ver a mi mejor amigo después de tanto tiempo.

    El timbre de la casa sonó.

    -Uy. ¿Quién será?

    -Espero que no sean religiosos-dijo Edgar-. Esos que van de puerta en puerta para hablarle a la gente sobre Dios, el fin del mundo, los santos evangelios y toda esa basura. Te juro que a veces me dan ganas de dispararles con una ametralladora.

    -No creo que sean ellos. Sólo hacen eso los sábados. Vamos a ver.

    Salieron juntos para averiguar quien había llegado. Se encontraron con un joven que estaba en la vereda.

    Era alto. Su largo cabello negro cubría parte de su espalda. Vestía un pantalón negro y un sueter azul.

    -Están juntos. Si interrumpo al privado puedo volver después.

    Ambos sonrieron al verlo.

    -¿Me permitís pasar a tu casa?

    -Por supuesto-dijo Sara-. Ya te abro el portón.

    -No es necesario. Puedo hacer esto.

    Ismael se teletransportó al patio de aquella casa. Sus amigos lo recibieron con mucho cariño.

    Unos minutos después pasaron al living los tres juntos.

    -Mi hermana me dijo que venías, pero no le creí.

    Edgar le ofreció uno de los controles que estaban conectados a la consola a su amigo.

    -¿Querés jugar?

    -Sí. Pero... Ah. ¿Dos controles? ¿Con quién estabas jugando? ¿Hay alguien más acá?

    -No. Estaba jugando con Sara. Es muy buena.

    -Exacto-dijo Sara-. Estaba jugando conmigo. ¿Querés ponerme a prueba, Isma?

    -Sí.

    -Jueguen ustedes-dijo Edgar-. Yo voy a descansar un rato.

    -Se cansó de perder-pensó Sara.

    Conversaron mientras se entretenían con los videojuegos.

    -Antes que nada quiero avisarles que volví a casa.

    -¿Volviste?-preguntó Edgar-. Eso significa que...

    -Mi padre y yo viviremos en la misma casa. Como antes. No me iré a ningún lado. Nunca volveré a alejarme de todos. Nunca más. Eso significa.

    -¡Qué bien!-exclamó Sara-. Todos te extrañamos mucho.

    -Me alegro mucho, Isma-dijo Edgar-. Me agrada saber que te tendré cerca nuevamente. Ya te lo dije una vez, pero quiero repetirlo. Vos sos mi hermano con otra sangre.

    -Les agradezco por recibirme tan bien después de haberlos dejado por tanto tiempo.

    -¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo?-preguntó Sara-. ¿Derrotaste a muchos tipos con máximo potencial y muy mal carácter?

    -Alem les contó lo que sabía-supuso Ismael.

    -Sí-afirmó Edgar-. A nosotros sí. Nos habló sobre... tu trabajo. Amanda, Marina, y tu papá no saben nada sobre eso. No quiso decirles nada porque pensó que se preocuparían demasiado. Por alguna razón creyó que nosotros no nos preocupariamos tanto. Por eso nos lo dijo. ¿Es dificil lidiar con la basura del mundo?

    -Sí. Más de lo que pueden imaginar. Yo pensaba que Janos era un caso especial, pero me equivoqué. Hay muchos tipos que están tan podridos como él allá afuera. Son una verdadera amenaza. Me he enfrentado a cosas y personas terribles. Es terrible la basura que hay en el mundo. Creo que ya deben quedar muy pocas cosas que puedan asustarme o sorprenderme.

    Sara sintió un escalofrío al escuchar a su amigo.

    -Mejor cambiemos de tema, ¿si?

    -Me parece bien-dijo Ismael-. No tengo muchas ganas de hablar sobre lo que viví desde que me fui hasta que volví. Pueden preguntarme lo que quieran sobre lo que pasó en el 2.012. Eso no me molestaría. Creo que nunca hablamos abiertamente sobre eso.

    -Muy bien-dijo Edgar-. Entonces... ¿Qué pensaste cuando conociste a Alem? Te habrá sorprendido mucho la primera vez que lo viste.

    -Sí. Pensé que me estaba volviendo loco. Eso me asustó bastante. Todo lo que me dijo sobre lo del veintiuno de diciembre del 2.012 no me importó mucho. Pensar que no estás en un buen estado de salud mental no es algo gracioso. Se los aseguro.

    -¿Quién fue la primera persona en la que pensaste cuando Alem te dijo que tenías que proteger a uno de tus seres queridos?-preguntó Sara.

    -Marina. Me preocupé mucho. Pensé que no había forma en la que yo pudiera proteger a alguien que vivía tan lejos. Obviamente eso fue cuando Marina aún no había regresado. No tenía control sobre mi habilidad para teletransportarme.

    Ismael miró sorprendido a la pantalla del televisor. Había perdido.

    -Me ganaste.

    -¿Querés la revancha?-le preguntó a su amigo Sara.

    -Por supuesto.

    -¿Fue complicado el entrenamiento intensivo de dos semanas?-preguntó Edgar.

    -Antes de responder esa pregunta permitanme hacerles una pregunta. Ustedes ya deben conocer bastante bien a Alem, ¿no? ¿Piensan que es un buen tipo?

    -Sí-respondieron al unísono Edgar y Sara.

    -Bien. Ahora mi respuesta. Ese entrenamiento fue espantoso. Gracias al buen Alem estuve en peligro de muerte varias veces. Siempre esperaba hasta el último momento para decirme que la prueba a la que iba a someterme era mortal. Ese tipo no está bien. Es un demente. Lo único que me hizo sentir mejor fue comprobar que valió la pena. Cuando luché contra Janos en el colegio pude defenderme bastante bien. No pudo destrozarme.

    -Fue efectivo-dijo Edgar-. Después de esa lucha llegaron los tiempos difíciles.

    -Exacto. A pesar de que sabía que no era muy probable que me capturaran por el poder que tenía me sentí acorralado. Estuve encerrado en una pequeña casa durante meses. Pude haber sido asesinado por una guerrera del gobierno de la nación. Fue una de las épocas más jodidas de mi vida. Afortunadamente las complicaciones se terminaron cuando derroté a Janos y le di una nueva vida a Alem.

    Ismael agachó la cabeza. Dejó de prestarle atención al videojuego.

    Sus amigos lo miraron.

    -¿Qué pasa, Isma?-preguntó Sara.

    -Nada. Sólo pensé que en realidad no se terminaron ahí las complicaciones. Después de eso seguí complicandome la vida bastante bien sin contar con ayuda. No tuve mejor idea que irme de casa. Alejarme de todos. Tardé demasiado para darme cuenta de que fue una mala idea, ¿no?

    Edgar dejó su asiento. Se colocó frente a su amigo y le dio una cachetada. No lo golpeó con mucha fuerza. Sólo quería llamar su atención.

    -¡Hey! ¿Por qué hiciste eso?

    -Dejá de hacer eso.

    -Pero...

    El joven golpeó una vez más a su amigo.

    -Basta-dijo Ismael-. ¿Qué carajo creés que estás haciendo?

    -Lo mismo me pregunto yo-dijo Sara.

    Edgar volvió a su asiento.

    -Es que decidí que cada vez que te atrevas a mencionar eso voy a golpearte.

    -¿Por qué-preguntó Ismael aún sin entender adonde quería llegar su amigo.

    -Porque haciendo eso sólo lográs sentirte mal. Nadie te está reprochando nada. Nos agrada tenerte entre nosotros otra vez. Estamos acá para conversar y divertirnos juntos. No para ponernos tristes o hacer cualquier otra estupidez. ¿Entendido?

    -Bueno, pero debiste tener más cuidado. El segundo golpe sí me dolió. La próxima vez que hagas eso lo vas a lamentar.

    -Ya calmense, par de tontos-los regaño a ambos Sara-. Voy a ir a mi cuarto a buscar algo. No se maten mientras yo no esté, ¿si? Estaré con ustedes en unos minutos.

    La joven se retiró del living, dejando a su amigo y a su novio con curiosidad.

    Ambos se preguntaron qué era lo que había ido a buscar.

    Ella volvió unos minutos después con una carpeta.

    -Acercate Isma. Quiero mostrarte esto.

    -¿Son algunos de tus dibujos?-preguntó Edgar-. ¿Puedo verlos yo también?

    -Sí, pero quiero que Isma los vea primero.

    Ismael fue hacia donde estaba su amiga. Ella le mostró diferentes dibujos que representaban el momento en que él había luchado contra Janos en el colegio.

    -Tenía que hacerlo. Debía inmortalizar esa situación de alguna manera. Demostraste un gran valor al enfrentarte a ese hombre.

    Sara fue pasando las hojas de aquella carpeta para mostrarle todos los dibujos.

    A Ismael le llamó la atención uno que no estaba relacionado con los demás. En esa imagen construida con lapices de diferentes colores se veía a sí mismo abrazando y besando a su amiga.

    La joven se sorprendió al verlo. Inmediatamente arrancó la hoja y la destrozó con sus manos. Se había sonrojado.

    Edgar la miró. Le resultó extraña la reacción de su novia.

    -¿Por qué rompiste esa hoja?

    -Es que... era un dibujo que no me gustaba.

    Sara se acercó a Ismael para decirle algo al oido.

    -Ese dibujo lo hice hace mucho tiempo. Cuando todavía estaba enamorada de vos. No significa nada.

    Los tres pasaron una buena tarde divirtiendose, recordando buenos momentos, y dejando atrás lo que ya no importaba.

    -Isma-dijo Edgar-, ¿Marina y Amanda ya saben que volviste?

    -No. No les digan nada. Se lo dije a mi padre y se lo diré a ustedes. Quiero darles la noticia personalmente a cada uno. Ustedes me ahorraron trabajo. Pude hablar con ambos. Mañana iré a ver a Amanda.

    -Se va a poner muy feliz cuando te vea-aseguró Sara.



    Domingo 7 de septiembre del año 2.014.







    Amanda notó que había llegado la hora. Debía irse. Tomó su mochila y la cargó sobre sus hombros. Salió de su casa con la intención de ir hasta el colegio.

    Le llamó la atención un hombre alto que estaba en una de las esquinas de la cuadra en la que estaba su casa. Pensó que tenía el cabello casi tan largo como Alem. Pero ella sabía que no se trataba del mecánico platense.

    Él era más alto que Alem.

    -¿Te molestaría que te acompañe?

    Amanda lo miró.

    Esta vez él le devolvió la mirada. Tenía unos anteojos negros.

    -¿Lo conozco?-preguntó la chica frunciendo el ceño.

    -Sí. ¿Me veo diferente con el cabello largo?

    -¿Quién sos? Decimelo.

    Él se quitó los anteojos negros para que la chica pudiera ver bien su rostro.

    -¿Ahora me reconocés?

    Quedó boquiabierta al verlo. Una desbordante alegría la invadió. Sintió unas lágrimas corriendo por sus mejillas. Corrió para abrazar a su amigo.

    Un abrazo que fue correspondido.

    -¡Te quiero mucho, Isma! ¡Volvé con nosotros! ¡Por favor! ¡Perdoname! ¡Realmente no quería que te fueras! ¡Sólo te dije eso porque estaba enojada! ¡Perdoname!

    -Te quiero mucho, Ami.

    Ismael sonrió al tener entre sus brazos a aquella bella chica de cabello castaño. Era tan agradable volver a sentir la calidez de su abrazo.

    -¿Podrías soltarme? Tengo algo que decirte.

    -No. No quiero soltarte.

    -¿Por qué?

    -Porque tengo miedo.

    -¿Miedo?

    -Sí. Si te suelto podrías alejarte de mí con facilidad. De esta manera no podrás alejarte de mí teletransportandote. No te permitiré escapar.

    -Bueno. Entonces te lo diré sin que me sueltes.

    -Me parece bien.

    -No es necesario que me pidas que vuelva porque ya lo he hecho. Volví a mi casa el sábado. No voy a irme.

    Amanda lo soltó y lo miró fijamente.

    -¿Hablás en serio? ¿Es verdad?

    Ismael pasó una mano por las mejillas de la chica para secar sus lágrimas.

    -Hablo en serio. Es verdad. Fue muy doloroso estar lejos de todos. No me iré. Te lo prometo.

    -Perdoname Isma. Te lastimé con las palabras que te dije esa noche, ¿no?

    -Ya no pienses en eso. No tiene importancia. Es parte del pasado. Lo importante es que ahora estamos juntos otra vez. ¿Me permitís acompañarte?

    -Sí. Por supuesto.

    Caminaron juntos y conversaron después de tanto tiempo.

    Pasaron por calles por las que Ismael había transitado muchas veces en el pasado.

    Amanda no estudiaba en el colegio que su amigo conocía.

    Cuando llegaron el joven dio una mirada al edificio escolar que estaba rodeado de estudiantes.

    -Este es el lugar.

    -Sí.

    -¿Por qué te anotaron en este colegio? Está más lejos que el otro.

    -Porque mis padres pensaron que ese otro colegio está maldito o algo así. Por todo lo que sucedió.

    -Janos y yo le dimos muy mala imagen a ese lugar. Él mató a todos en el 2.005. Yo le corté unos dedos a muchos estudiantes. Tuvimos una sangrienta contienda en el 2.012 en el patio. Eramos un par de tipos muy normales, ¿no?

    Amanda se rió.

    -Qué normales.

    -No pensé que te reirías por lo que te dije.

    -¿Volviste a verlo alguna vez a Janos?

    -Sí. Estaba muy enfermo. Creo que ya debe estar muerto. No le quedaba mucho tiempo. Ya ni tenía fuerzas para luchar.

    -Es extraño.

    -¿Qué?

    -Él intentó matarme. Lo sé, pero nunca fui capaz de sentir odio por él. Nunca deseé que muriera o que le fuera mal.

    -Es extraño, pero no está mal. El odio es algo difícil de vencer. Por eso el mundo es como lo conocemos. Tendría que haber más personas como vos.

    -Isma, tengo que mostrarte algo.

    -¿Qué tenés que mostrarme?

    -Esto.

    Ismael se sorprendió cuando vio a su amiga manifestando su energía vital.

    Una luminosa corriente eléctrica recorrió el brazo derecho de la chica. Se desvaneció en unos segundos.

    -Ami, ¿desde cuamdo...?

    -¡Tranquilo! Ya lo tengo bajo control. Alguien me ayudó.

    -¿Alem?

    -No. Fue...

    -Fui yo-dijo una persona ajena a esa conversación.

    Amanda vio a dos chicas acercandose. Una era altam tenía el cabello largo y llevaba unos anteojos. La otra también tenía el cabello largo y era un poco más baja que su acompañante.

    -Isma, ellas son Ariadna y Tania. Están en tercer año.

    -Yo ayudé a Ami-dijo la chica de los anteojos-. ¿Te acordás de mí?

    -Sí-respondió Ismael-. ¿Cómo olvidarme de vos? La chica que me dijo que me iba a matar si no salvaba al mundo. Te recuerdo bien.

    -¿Es verdad?-preguntó sorprendida Tania-. ¿Le dijiste eso, Ariadna? ¿Cómo pudiste?

    -Claro que no, amor. Sólo está bromeando. No le hagas caso.

    -No estoy bromeando. Recuerdo claramente que ella me dijo que...

    -¡Silencio! Ami, Tania. Dennos un minuto. Él y yo tenemos que hablar.

    Ariadna agarró a Ismael del brazo derecho y lo alejó de las otras dos chicas.

    -Aprendé a mantener cerrada la boca.

    -Aprendé a no amenazar de muerte a cualquier persona que se te cruce.

    -Bien. Estamos a mano. ¿Te sirvió el brazalete que te di?

    -Sí. Fue muy util. Me salvó la vida.

    -¿Todavía lo tenés?

    -No. El espejo que contenía quedó destrozado.

    -¿Querés otro? Te facilitaría tu trabajo como cazador del Eje oculto.

    -No, gracias. Además, ya no trabajo para esa organización.

    -¿Qué pensás hacer ahora?

    -Lo que me corresponda hacer teniendo una vida normal. Ni más ni menos.

    -¿De un día para otro decidiste decirle adiós a tus días como guerrero?

    -Sí. Ahora mi espada está guardada en un oscuro rincón de mi habitación. Espero no tener que volver a utilizarla nunca más.

    -Mejor así. Vivir junto a las personas que te quieren te hará feliz.

    Ismael miró hacia donde estaban Amanda y Tania. Luego miró a Ariadna.

    -La chica que venía con vos es...

    -Sí. Es mi novia. La chica a la que entregué mi corazón. Es linda, ¿no? Decimelo. ¿Te doy envidia?

    -Imagino que en la noche del veintiuno de diciembre del 2.012 no habrás podido dormir.

    -Esa noche y las que le siguieron. Esperaba que en cualquier momento sucediera alguna catástrofe. Tuve mucho miedo. Ahora que lo pienso tendría que haberte pedido que me llamaras si salías vivo de esa lucha.

    -Gracias por ayudar a Ami.

    -Gracias por salvar al mundo.

    Amanda llegó corriendo y abrazó a Ismael.

    -Tengo que entrar al colegio, Isma. Ya no tengo tiempo para hablar con vos.

    ¡Por tu culpa, Ariadna! ¿Por qué te lo llevaste?

    -Uy, perdoname-dijo Ariadna.

    -Vendré a verte a la hora de salida, Ami. Pasaremos más tiempo juntos. Mucho tiempo.



    Lunes 8 de septiembre del año 2.014.







    Llegó. Frente a él estaba la casa de su amada.

    Pulsó el timbre y esperó a ser atendido.

    Pasaron segundos que parecieron eternos.

    Estuvo a punto de pulsar el timbre una vez más, pero se detuvo al ver salir a alguien de aquella casa.

    Era ella.

    El corazón de Ismael se aceleró cuando esa joven de cabellos dorados apareció.

    Se sintió algo decepcionado porque ella no parecía alegrarse por volver a verlo.

    -Hola.

    -Hola Ismael. ¿Qué se te ofrece?

    -Vine para decirte que decidí volver. Estoy viviendo con mi papá.

    -Ya veo. A esto se refería Ami cuando me llamó para decirme que pronto me enteraría de algo que me alegraría mucho. ¿Soy la última en enterarme?

    -No. Alem aún no lo sabe.

    -Y bien. ¿Qué esperás que haga? ¿Debería sonreir, abrazarte, besarte, y decirte lo mucho que te quiero? ¿Eso querés?

    -¿Por qué me tratás con tanta frialdad, mi amor?

    -¡No me llames así!

    Marina abrió el portón que daba acceso a la vereda y salió. Le dio una cachetada al joven antes de ponerse a llorar.

    Ismael sintió un leve ardor en su mejilla izquierda.

    -¡Mentiroso! ¡No me amás! ¡Un buen día decidiste abandonarme y no te importó lo que yo tuviera que decirte! Te di mi tiempo, mi corazón, mi virginidad, y mi alma. Todo te lo entregué creyendo que valdría la pena, pero me equivoqué. Mi sueño de tener un bello futuro a tu lado era una tontería. Me hiciste daño. Me lastimaste. ¿Creés que puedo perdonarte y aceptarte una vez más con facilidad? Estás equivocado.

    -Vos te fuiste durante mucho tiempo y cuando volviste te di un lugar en mi vida sin dudarlo. Pensé que serías capaz.

    -La situación no es igual. Yo no quería irme. Además, te prometí que volvería. Vos te fuiste porque querías hacerlo y dijiste adiós. Nos hiciste pensar que nunca volverías.

    -Lo sé. Lamento haberlo hecho. Estar lejos de todos me ayudó a comprender cual es mi lugar en este mundo. Debo estar junto a las personas que quiero. Por eso volví. Por eso quiero estar a tu lado una vez más. Yo podría curar la herida de tu corazón si me lo permitieras. Permitime demostrarte mi cariño con algo más que simples palabras. Quiero besarte. Permitimelo.

    Ismael se le acercó para besarla.

    Marina no se lo permitió. Se alejó de él, provocando su llanto.

    Se miraron el uno al otro. Ambos lloraban.

    -¿Por qué?

    -No puedo permitirtelo, Isma. No podés besarme porque ya no te quiero. Al menos no como lo hacía antes. Entendelo.

    -Perdoname. Nunca volveré a lastimarte. Te lo prometo. Aceptame por favor.

    -¡No puedo hacerlo! ¡Adiós Ismael!

    Marina entró corriendo a su casa.

    -No me dejes, mi amor.

    Ismael se arrodilló. Sus lágrimas no pararon de brotar.

    -Es mi culpa. Si no me hubiera ido nunca habría perdido su amor. Supongo que este es el castigo que recibo por haber sido tan estúpido.



    Martes 9 de septiembre del año 2.014.



    Las cosas son así, Isma. El que las hace las paga. Y vos no sos la excepción. u_u

    Los saluda el sr. Teras. Very Happy
    Anonymous
    Invitado
    Invitado


    Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero. Empty Re: Escenario para tres. Parte 36: Con las personas que quiero.

    Mensaje  Invitado Lun Mar 19, 2012 8:52 pm

    Jajaja llego tarde jajajaja....la cago.....ultimo Cap...se caso con Amanda...y vivieron felices para siempre no?

      Fecha y hora actual: Vie Mayo 10, 2024 3:40 pm