Teras Sáb Mar 10, 2012 11:01 pm Alem Inax apareció frente a la casa de los Andes. Eran las 4:07 PM. Aplaudió para que notaran su presencia.
El celular que estaba en el bolsillo de su pantalón empezó a sonar.
-Adelante-era el mensaje que mostraba la pantalla del aparato.
Alem entró en la casa.
Las luces estaban apagadas.
Lo único que iluminaba un poco el lugar era la pantalla del televisor que estaba en el comedor de la casa. El mismo mostraba imágenes de un videojuego con el cual se entretenía Ismael Andes.
-Sentate-dijo el joven mientras señalaba una silla que estaba a su lado.
-Bueno.-Alem ocupó su asiento-. No pensé que vos fueras un...
-¿Jugador? Sí. Es lo que hago cuando tengo tiempo libre.
-¿Tenés otro control?
-Eso no importa, Alem. Sabés muy bien por qué estás acá. Viniste para responder mis preguntas. No a jugar.
-¿No puedo hacer ambas cosas? ¿Tenés miedo de que te gane?
-¿Miedo? ¡No digas estupideces! Esperá.
Ismael fue a su habitación, tomó el control que estaba guardado en el cajón de un mueble y volvió al comedor. Conectó el aparato en la consola y luego se lo dio a Alem.
-¡Qué asco! Este control está todo sucio. ¿Dónde lo tenías guardado? ¿En una cripta?
-¿Y qué esperabas? Casi siempre juego solo.
-¿Casi siempre?
-A veces juego con mi papá. Es pésimo. Parece que tiene dos manos izquierdas.
-¿Dónde está tu padre ahora?
-Fue a visitar a unos parientes. La gente de mi familia da asco. Se creen mejores que yo. Por eso no lo acompaño.
-¿Parientes? ¿Andes o Dávalos?
-Andes. Con la familia Dávalos no tenemos mucho contacto. Asi que conocés el apellido de soltera de mi madre.
-Sé todo lo necesario.
Siguieron conversando mientras jugaban.
Ismael tuvo que esforzarse mucho.
Alem se defendía muy bien.
-Y bien. Preguntá lo que quieras, Isma.
-Bueno. La última vez me dijiste que estaba dejando morir a uno de mis seres queridos o algo parecido. ¿Qué tratabas de decir?
-Es muy obvio. La persona que tenés que proteger es alguien que conocés. No pensaste que tendrías que proteger a cualquier fulano, ¿no?
-Para ser sincero nunca me puse a pensar en eso.
-Y ahora que sabés eso, ¿qué vas a hacer?
-Voy a salvar a este maldito mundo, Alem. ¿Qué puedo hacer para saber con exactitud a quien tengo que proteger? ¿Podés ayudarme?
-No te preocupes. Va a ser fácil. Sólo necesitás una brújula.
-Una brújula. ¿Por qué creés que me serviría para saber a quien tengo que proteger?
-No te serviría si fueras alguien común, pero vos tenés el máximo potencial. Con una brújula en las manos podés encontrar a cualquier persona. Te voy a enseñar cómo se hace. Sigamos jugando después.
Dejaron en el suelo los controles de la consola.
Alem sacó de uno de los bolsillos de su pantalón un cubo color marrón. En su interior los cuatro puntos cardinales bien marcados. La flecha apuntando siempre al norte.
-Tomá-dijo mientras le ofrecía la brújula al joven.
Ismael agarró ese objeto y lo observó detenidamente.
-¿Trajiste una?
-Vine preparado. Yo sabía que eventualmente ibas a tomar la decisión correcta. Ahora pregunta si la persona que tenés que proteger está cerca.
-Está bien. ¿La persona que tengo que proteger está cerca?
La flecha se movió. Fue hacia el noroeste, luego se dirigió al noreste. Finalmente volvió al norte.
-¡¿Eh?! ¿Y eso qué significa?
-Que la persona que buscás no está cerca. Cuando está cerca la flecha no se mueve. Se queda en el norte. Ahora vamos a hacer otra cosa.
Alem le dio su celular a Ismael.
-Ahora preguntale a la brújula dónde estoy.
-¿Dónde está Alem Inax?
La flecha señaló el oeste.
Alem dejó su asiento y empezó a moverse de un lado a otro.
La flecha señaló el norte, luego el este, y finalmente volvió a posarse sobre el oeste.
-¡Sigue tus movimientos!-exclamó sorprendido Ismael.
-Exacto. La brújula puede indicar en qué dirección hay que ir para encontrar a alguien a quien le pertenezca algún objeto.
-¿Dónde puedo conseguir una?
-Esa brújula es tuya, Isma. Es uno de los tres objetos que debo darte.
-¿Tres objetos? ¿Cuándo me vas a dar los otros dos?
-Cuando los necesites. Ahora mismo sólo necesitás la brújula, ¿no? Podés empezar a buscar a la persona que contiene el poder para cumplir un deseo.
-Podría ser mi papá. Cuando él vuelva voy a comprobar si es la persona indicada.
-Ahora que ya terminamos con nuestro asunto supongo que querrás estar solo.
Ismael dejó sobre la mesa del comedor la brújula y el celular del mecánico. Luego agarró uno de los controles y se acercó a la consola para presionar el botón “reset”. Volvió a sentarse.
-Hacé lo que quieras, Alem. No me importa.
-¿En serio? Entonces me voy a quedar acá y voy a seguir jugando con vos.
Alem agarró el otro control y volvió a tomar asiento.
-¿Sería mucha molestia poner música? Me gusta el rock. ¿Tenés algo?
-Qué molesto. ¿Y después qué me vas a pedir? ¿Un té con leche y galletitas?
-No lo había pensado. ¿Me prepararías la merienda si te lo pidiera?
Alem se echó a reir. Se contuvo al notar como lo miraba el joven de Ezpeleta.
-Quiero matarte-era el mensaje que transmitía esa mirada.
-Vos me dijiste que podía hacer lo que quisiera, que no te importaba, ¿no? Todo tiene sus consecuencias. Todos somos victimas de nuestras decisiones, amorcito.
-¡No me llames así! ¡Dejá de decir tonterías y concentrate en el juego, paparulo!
-¿Paparulo? Así me decía mi padre.
Alem se rió a carcajadas. Había intentado decir algo, pero no pudo porque no podía parar de reirse.
Ismael estaba hirviendo de ira. Deseaba destrozar el cuerpo del el único que iba a resultar lastimado era él mismo.
-Que... Qué antiguo. Nunca pensé que conocería a un adolescente que utilizara esa palabra.
-¡Te dije que te concentraras en el juego!
-Está bien. Dejá de gritarme.
Por la siguiente media hora ambos dejaron de conversar y se centraron en las imágenes que mostraba la pantalla del televisor. En ocasiones hicieron algunos comentarios respecto al juego, pero nada más.
-Creo que deberías ver el lado positivo de tu situación-dijo Alem-. Si lográs salvar al mundo vas a recibir el poder para cumplir un deseo. Pensalo bien. ¿Qué te gustaría pedir? La primera vez que nos vimos me dijiste que tus sueños y deseos murieron, pero yo no me creo esa basura. Debés querer algo. Plata, una novia linda, ser un famoso artista, una habilidad especial, lo que sea. Podés decírmelo. Te prometo que no me voy a reir. No soy apto para juzgar. Mi sueño era ser cantante. ¿Podés creerlo?-Se rió-. Qué tontería, ¿no?
-Tenés razón. Hay algo que deseo, pero te aseguro que es mejor que no lo sepas.
-No, no, y no-dijo Alem pataleando como un nene haciendo berrinche-. Decimelo. Quiero que me lo digas. Voy a insistir hasta que lo hagas.
-¿Estás seguro?
-Sí.
-Está bien-dijo con resignación Ismael-. Yo quiero...
-Vamos. Animate. Soltalo.
-Quiero morir. Eso es lo que quiero.
-¿Escuché bien?
La sonrisa del mecánico se desvaneció. De todas las respuestas esa era la menos esperada.
-Isma, no pensé que vos fueras un...
-Suicida-completó Ismael-. No lo soy. No deseo quitarme la vida. Yo quiero que me maten. Por eso me volví un buscapleitos. Creía que tarde o temprano encontraría a alguien que sería capaz de derrotarme. Y por esa misma razón te dije que no me importaba ese asunto del que me hablaste. El enfrentamiento definitivo.
-Hay algo que no entiendo. Te importa mucho ahora que sabés que tenés que proteger a uno de tus seres queridos. ¿Por qué? Si todos estamos en peligro desde un principio. Si el asesino ganara nadie estaría a salvo. Si él destruyera el mundo todos resultaríamos afectados. Incluyendo a tus seres queridos obviamente.
-Porque no quiero sacrificar a mi padre o alguno de mis amigos para cumplir mi deseo. Si tuviera que proteger a cualquier persona desconocida no me importaría. Con gusto moriría junto a mis seres queridos en el tenebroso escenario del fin del mundo.
-Ya entiendo. ¿Por qué querés morir?
-Alem, yo me convertí en un ser que no debería existir. El mundo no me gusta, y yo no le gusto al mundo. Estoy harto de estar sentado y ver el curso de las cosas. Ver a personas virtuosas siendo azotadas por terribles desgracias, y ver a otras personas desperdiciando sus vidas y ganando lo que no merecen. Quiero que mis ojos se cierren para siempre y ser llevado al infierno que me corresponda. Ya no quiero sufrir más en este mundo. Estoy agotado.
Alem tenía su vista fija en la pantalla del televisor, pero en realidad no estaba concentrado en el juego. Las palabras del joven lo habían impactado.
-¿Qué pasó?-preguntó Ismael-. Te quedaste mudo.
-Es que me sorprendiste. Entonces... Te vas a quitar la vida si obtenés el poder para cumplir un deseo.
-No. Eso sería un suicidio. No quiero hacer eso. Quiero morir, pero quiero conservar mi dignidad. Todos los que se suicidan son unos idiotas patéticos. No quiero ser uno más.
-Entonces, ¿qué vas a pedir?
- Voy a pensar en eso cuando sea el momento indicado. Algo se me va a ocurrir.
-Sí, puede ser.
-Alem, ¿vos tenés familia? ¿Hay gente esperandote?
-Sí. Pero no te preocupes, Isma. Les dije que no sabía a qué hora podría volver.
-Es tu familia la razón por la que deseás tanto que yo salve al mundo, ¿no?
-Sí, y yo me voy a asegurar de que lo logres. Estás sentado al lado del mejor cazador del Eje oculto. No podrías tener un mejor maestro. Vas a ser un excelente guerrero.
Domingo 22 de abril del año 2.012.
Finalmente Ismael se decidió a aceptar su deber como guardián. Primera misión: encontrar a la persona que contiene el poder para cumplir un deseo. ¿Quién será? Alem puede ser muy molesto cuando quiere, ¿no? Se quedó helado por lo que dijo el protagonista de la historia. La busqueda comienza en la próxima parte.
Los saluda el sr. Teras.
El celular que estaba en el bolsillo de su pantalón empezó a sonar.
-Adelante-era el mensaje que mostraba la pantalla del aparato.
Alem entró en la casa.
Las luces estaban apagadas.
Lo único que iluminaba un poco el lugar era la pantalla del televisor que estaba en el comedor de la casa. El mismo mostraba imágenes de un videojuego con el cual se entretenía Ismael Andes.
-Sentate-dijo el joven mientras señalaba una silla que estaba a su lado.
-Bueno.-Alem ocupó su asiento-. No pensé que vos fueras un...
-¿Jugador? Sí. Es lo que hago cuando tengo tiempo libre.
-¿Tenés otro control?
-Eso no importa, Alem. Sabés muy bien por qué estás acá. Viniste para responder mis preguntas. No a jugar.
-¿No puedo hacer ambas cosas? ¿Tenés miedo de que te gane?
-¿Miedo? ¡No digas estupideces! Esperá.
Ismael fue a su habitación, tomó el control que estaba guardado en el cajón de un mueble y volvió al comedor. Conectó el aparato en la consola y luego se lo dio a Alem.
-¡Qué asco! Este control está todo sucio. ¿Dónde lo tenías guardado? ¿En una cripta?
-¿Y qué esperabas? Casi siempre juego solo.
-¿Casi siempre?
-A veces juego con mi papá. Es pésimo. Parece que tiene dos manos izquierdas.
-¿Dónde está tu padre ahora?
-Fue a visitar a unos parientes. La gente de mi familia da asco. Se creen mejores que yo. Por eso no lo acompaño.
-¿Parientes? ¿Andes o Dávalos?
-Andes. Con la familia Dávalos no tenemos mucho contacto. Asi que conocés el apellido de soltera de mi madre.
-Sé todo lo necesario.
Siguieron conversando mientras jugaban.
Ismael tuvo que esforzarse mucho.
Alem se defendía muy bien.
-Y bien. Preguntá lo que quieras, Isma.
-Bueno. La última vez me dijiste que estaba dejando morir a uno de mis seres queridos o algo parecido. ¿Qué tratabas de decir?
-Es muy obvio. La persona que tenés que proteger es alguien que conocés. No pensaste que tendrías que proteger a cualquier fulano, ¿no?
-Para ser sincero nunca me puse a pensar en eso.
-Y ahora que sabés eso, ¿qué vas a hacer?
-Voy a salvar a este maldito mundo, Alem. ¿Qué puedo hacer para saber con exactitud a quien tengo que proteger? ¿Podés ayudarme?
-No te preocupes. Va a ser fácil. Sólo necesitás una brújula.
-Una brújula. ¿Por qué creés que me serviría para saber a quien tengo que proteger?
-No te serviría si fueras alguien común, pero vos tenés el máximo potencial. Con una brújula en las manos podés encontrar a cualquier persona. Te voy a enseñar cómo se hace. Sigamos jugando después.
Dejaron en el suelo los controles de la consola.
Alem sacó de uno de los bolsillos de su pantalón un cubo color marrón. En su interior los cuatro puntos cardinales bien marcados. La flecha apuntando siempre al norte.
-Tomá-dijo mientras le ofrecía la brújula al joven.
Ismael agarró ese objeto y lo observó detenidamente.
-¿Trajiste una?
-Vine preparado. Yo sabía que eventualmente ibas a tomar la decisión correcta. Ahora pregunta si la persona que tenés que proteger está cerca.
-Está bien. ¿La persona que tengo que proteger está cerca?
La flecha se movió. Fue hacia el noroeste, luego se dirigió al noreste. Finalmente volvió al norte.
-¡¿Eh?! ¿Y eso qué significa?
-Que la persona que buscás no está cerca. Cuando está cerca la flecha no se mueve. Se queda en el norte. Ahora vamos a hacer otra cosa.
Alem le dio su celular a Ismael.
-Ahora preguntale a la brújula dónde estoy.
-¿Dónde está Alem Inax?
La flecha señaló el oeste.
Alem dejó su asiento y empezó a moverse de un lado a otro.
La flecha señaló el norte, luego el este, y finalmente volvió a posarse sobre el oeste.
-¡Sigue tus movimientos!-exclamó sorprendido Ismael.
-Exacto. La brújula puede indicar en qué dirección hay que ir para encontrar a alguien a quien le pertenezca algún objeto.
-¿Dónde puedo conseguir una?
-Esa brújula es tuya, Isma. Es uno de los tres objetos que debo darte.
-¿Tres objetos? ¿Cuándo me vas a dar los otros dos?
-Cuando los necesites. Ahora mismo sólo necesitás la brújula, ¿no? Podés empezar a buscar a la persona que contiene el poder para cumplir un deseo.
-Podría ser mi papá. Cuando él vuelva voy a comprobar si es la persona indicada.
-Ahora que ya terminamos con nuestro asunto supongo que querrás estar solo.
Ismael dejó sobre la mesa del comedor la brújula y el celular del mecánico. Luego agarró uno de los controles y se acercó a la consola para presionar el botón “reset”. Volvió a sentarse.
-Hacé lo que quieras, Alem. No me importa.
-¿En serio? Entonces me voy a quedar acá y voy a seguir jugando con vos.
Alem agarró el otro control y volvió a tomar asiento.
-¿Sería mucha molestia poner música? Me gusta el rock. ¿Tenés algo?
-Qué molesto. ¿Y después qué me vas a pedir? ¿Un té con leche y galletitas?
-No lo había pensado. ¿Me prepararías la merienda si te lo pidiera?
Alem se echó a reir. Se contuvo al notar como lo miraba el joven de Ezpeleta.
-Quiero matarte-era el mensaje que transmitía esa mirada.
-Vos me dijiste que podía hacer lo que quisiera, que no te importaba, ¿no? Todo tiene sus consecuencias. Todos somos victimas de nuestras decisiones, amorcito.
-¡No me llames así! ¡Dejá de decir tonterías y concentrate en el juego, paparulo!
-¿Paparulo? Así me decía mi padre.
Alem se rió a carcajadas. Había intentado decir algo, pero no pudo porque no podía parar de reirse.
Ismael estaba hirviendo de ira. Deseaba destrozar el cuerpo del el único que iba a resultar lastimado era él mismo.
-Que... Qué antiguo. Nunca pensé que conocería a un adolescente que utilizara esa palabra.
-¡Te dije que te concentraras en el juego!
-Está bien. Dejá de gritarme.
Por la siguiente media hora ambos dejaron de conversar y se centraron en las imágenes que mostraba la pantalla del televisor. En ocasiones hicieron algunos comentarios respecto al juego, pero nada más.
-Creo que deberías ver el lado positivo de tu situación-dijo Alem-. Si lográs salvar al mundo vas a recibir el poder para cumplir un deseo. Pensalo bien. ¿Qué te gustaría pedir? La primera vez que nos vimos me dijiste que tus sueños y deseos murieron, pero yo no me creo esa basura. Debés querer algo. Plata, una novia linda, ser un famoso artista, una habilidad especial, lo que sea. Podés decírmelo. Te prometo que no me voy a reir. No soy apto para juzgar. Mi sueño era ser cantante. ¿Podés creerlo?-Se rió-. Qué tontería, ¿no?
-Tenés razón. Hay algo que deseo, pero te aseguro que es mejor que no lo sepas.
-No, no, y no-dijo Alem pataleando como un nene haciendo berrinche-. Decimelo. Quiero que me lo digas. Voy a insistir hasta que lo hagas.
-¿Estás seguro?
-Sí.
-Está bien-dijo con resignación Ismael-. Yo quiero...
-Vamos. Animate. Soltalo.
-Quiero morir. Eso es lo que quiero.
-¿Escuché bien?
La sonrisa del mecánico se desvaneció. De todas las respuestas esa era la menos esperada.
-Isma, no pensé que vos fueras un...
-Suicida-completó Ismael-. No lo soy. No deseo quitarme la vida. Yo quiero que me maten. Por eso me volví un buscapleitos. Creía que tarde o temprano encontraría a alguien que sería capaz de derrotarme. Y por esa misma razón te dije que no me importaba ese asunto del que me hablaste. El enfrentamiento definitivo.
-Hay algo que no entiendo. Te importa mucho ahora que sabés que tenés que proteger a uno de tus seres queridos. ¿Por qué? Si todos estamos en peligro desde un principio. Si el asesino ganara nadie estaría a salvo. Si él destruyera el mundo todos resultaríamos afectados. Incluyendo a tus seres queridos obviamente.
-Porque no quiero sacrificar a mi padre o alguno de mis amigos para cumplir mi deseo. Si tuviera que proteger a cualquier persona desconocida no me importaría. Con gusto moriría junto a mis seres queridos en el tenebroso escenario del fin del mundo.
-Ya entiendo. ¿Por qué querés morir?
-Alem, yo me convertí en un ser que no debería existir. El mundo no me gusta, y yo no le gusto al mundo. Estoy harto de estar sentado y ver el curso de las cosas. Ver a personas virtuosas siendo azotadas por terribles desgracias, y ver a otras personas desperdiciando sus vidas y ganando lo que no merecen. Quiero que mis ojos se cierren para siempre y ser llevado al infierno que me corresponda. Ya no quiero sufrir más en este mundo. Estoy agotado.
Alem tenía su vista fija en la pantalla del televisor, pero en realidad no estaba concentrado en el juego. Las palabras del joven lo habían impactado.
-¿Qué pasó?-preguntó Ismael-. Te quedaste mudo.
-Es que me sorprendiste. Entonces... Te vas a quitar la vida si obtenés el poder para cumplir un deseo.
-No. Eso sería un suicidio. No quiero hacer eso. Quiero morir, pero quiero conservar mi dignidad. Todos los que se suicidan son unos idiotas patéticos. No quiero ser uno más.
-Entonces, ¿qué vas a pedir?
- Voy a pensar en eso cuando sea el momento indicado. Algo se me va a ocurrir.
-Sí, puede ser.
-Alem, ¿vos tenés familia? ¿Hay gente esperandote?
-Sí. Pero no te preocupes, Isma. Les dije que no sabía a qué hora podría volver.
-Es tu familia la razón por la que deseás tanto que yo salve al mundo, ¿no?
-Sí, y yo me voy a asegurar de que lo logres. Estás sentado al lado del mejor cazador del Eje oculto. No podrías tener un mejor maestro. Vas a ser un excelente guerrero.
Domingo 22 de abril del año 2.012.
Finalmente Ismael se decidió a aceptar su deber como guardián. Primera misión: encontrar a la persona que contiene el poder para cumplir un deseo. ¿Quién será? Alem puede ser muy molesto cuando quiere, ¿no? Se quedó helado por lo que dijo el protagonista de la historia. La busqueda comienza en la próxima parte.
Los saluda el sr. Teras.
