Teras Jue Mar 15, 2012 1:17 pm Ismael estaba solo en un cuarto donde había sólo una mesa y varias sillas. Él ocupaba una de ella. Tenía sus manos sobre su espalda. Aún estaba esposado.
Sobre la mesa estaban sus pertenencias. Su mochila, una campera, la espada escarlata, el puñal, y el cinturón.
No le habían quitado el brazalete espejo ni el guantelete potenciador.
Ya había pasado más de una hora y media desde que lo habían dejado solo.
Muchas veces pensó en quitarse las esposas recurriendo a su telekinesis, agarrar sus pertenencias y escapar teletransportandose.
-Tengo que calmarme-pensó-. No debo escapar. Soy inocente. Voy a salir caminando. No teletransportandome.
Esa era una situación a la que estaba acostumbrado. Ya había sido arrestado por pelear en la vía pública.
Un policía entró al cuarto. Un hombre de mediana edad, que al igual que los demás tenía el uniforme y la placa. Se sentó frente a Ismael. Tenía una libreta y un lápiz.
-Ya era hora. Me estaba preguntando cuanto tiempo pensaban dejarme solo en este lugar. Si interrogaron a los demás ya deben saber que yo no maté a nadie. Ahora hagan el favor de llamar a mi padre para que venga a buscarme.
-Sí. Nos dijeron que un tal Janos Etna mató a esa gente. Pero no podemos dejarte ir. Tenemos que hacerte algunas preguntas. Si es que estás dispuesto a responder.
-Pregúnteme lo que quiera.
-Bien. –El policía se preparó para hacer anotaciones-. Empiezo. ¿Cómo supiste que ese hombre iba a llegar al colegio?
-Él me mandó un mensaje de texto. Si desea confirmarlo puede revisar mi celular.
-¿Por qué tenés su número de celular? ¿Qué relación tenés con él? ¿Es tu amigo?
-¡Claro que no! Tengo su número porque él obtuvo el mío cuando le robó el celular a una amiga y me llamó. Janos Etna es mi enemigo.
-Bien. ¿Cómo se llama tu amiga?
-Amanda Acevedo.
-¿Por qué decís que es tu enemigo? ¿Te hizo algún daño? ¿Le hizo daño a alguien cercano a vos? ¿Qué sucede entre ustedes?
-Para responder a esa pregunta tendría que hablar sobre ciertas cosas que usted no creería y que no sería capaz de comprender.
-Debe haber algo que puedas decirme.
-Está bien. Sólo puedo decirle que él quiere matar a mi amiga Amanda Acevedo. La chica que mencioné anteriormente. Es lo único que puedo decirle. Nada más.
-¿Tenías algún problema con los directivos? ¿Los odiabas por alguna razón?
Ismael tardó algunos segundos en responder.
-Sí, los odiaba. Porque cada vez que yo le daba una golpiza a algún infeliz no se molestaban en averiguar quien había empezado. Ellos siempre me echaban la culpa de una u otra forma. Yo nunca les deseé ningún mal, pero me alegro de saber que a partir de ahora el domicilio de esos miserables va a ser el cementerio.
-Ya lo suponía.
-Usted también se alegraría si alguien que sólo le causa problemas muriera.
El policía estuvo en silencio hasta que terminó de hacer sus anotaciones.
-Y bien-dijo Ismael-. ¿Por qué me hizo esas preguntas? ¿Adonde quiere llegar con todo esto? ¿Ya puedo irme?
-No, porque seguís cargando con una acusación.
-¿Qué dice? ¿De qué me acusan? Si ya saben que yo no maté a nadie.
-Se te acusa de ser el autor intelectual de esos homicidios. Además nos preguntamos como entraste al colegio llevando esas cosas.
Ismael se enfureció. Se quitó las esposas recurriendo a su telekinesis, y golpeó la mesa con sus puños.
-¡Estupideces! ¡¿Cree que yo no podría matar a una o más personas yo mismo?! ¡Podría matarlo ahora mismo si quisiera hacerlo! ¡Podría matar a todos los estúpidos policías que están en esta comisaría! ¡No saben que poseo un inmenso poder!
El hombre de mediana edad se levantó totalmente sorprendido al ver que el joven no tenía puestas las esposas.
-¿No te habían esposado?
-Sí, pero me saqué las esposas.
-Estás mintiendo. Seguramente te las sacaron cuando te dejaron acá.
-¿Creen que yo le pedí a Janos que matara a esa gente?
-Es probable. Además no sabemos si ese hombre realmente es tu enemigo. Su enemistad y esa riña en el patio de ese colegio puede que sólo sean una gran farsa organizada por ambos.
-¿Acaso no ve mis heridas? ¿Creen que alguien puede lastimarse de esta manera a propósito?
-Vamos a saber si estás diciendo la verdad cuando arrestemos a Janos Etna. ¿Sabés donde vive? Su familia no sabe nada, y no tenemos ningún dato que nos sirva para llegar a él.
-Si lo supiera ya habría ido a incendiar su casa.
-También tendremos que comprobar que es verdad lo del robo del celular de tu amiga.
-¿Qué va a pasar conmigo? No pueden retenerme en este lugar.
-Vas a ser llevado a un centro de detención para menores. Permanecerás ahí hasta que se pruebe tu inocencia o hasta que cumplas dieciocho y puedas ser enjuiciado.
-No me parece buena idea. No puedo permitir eso.
Ismael se levantó.
El policía desenfundó su pistola y apuntó al joven.
-Sentate y no intentes hacer ninguna estupidez, chico.
-¿Realmente piensa dispararme? Intentelo. No me molestaría.
Ismael se puso su campera y cargó su mochila sobre sus hombros.
El uniformado había intentado dispararle, pero por alguna razón le resultaba imposible jalar el gatillo.
-No podrá dispararme. En este momento estoy sosteniendo el gatillo de esa pistola utilizando mi telekinesis.
El hombre se sorprendió cuando el joven que estaba frente a él desapareció.
Ismael apareció detrás del policía, quien quedó inconciente luego de recibir un fuerte golpe.
El guardían guardó el puñal en su mochila, luego agarró su espada con una mano y su cinturón con la otra.
Unos minutos después escapó de la comisaría teletransportandose.
Alem Inax caminaba tranquilamente por una vereda. Llevaba una bolsa que contenía varios articulos que había comprado. Miraba al cielo gris. Le gustaban los días lluviosos.
Al llegar a la esquina fue sorprendido por un hombre que puso el cañon de un revólver sobre su pecho.
-No hagas escándalo y dame todo lo que tengas.
El ladrón armado desapareció.
El mecánico platense lo había mandado a un lugar muy lejano. Sonrió y siguió su camino. Estaba conteniéndose para no reirse.
-Espero que te guste Moscú, ladrón miserable. La inseguridad. El precio que hay que pagar por vivir en la bella ciudad de La Plata.
Su celular sonó.
Atendió el llamado telefónico que daría fin a su tranquilidad esa tarde.
-Hola Isma. ¿Qué tenés para contarme?
Alem escuchó a su aprendiz.
-¿Qué? ¿Janos?
Hizo otra pausa.
-¿La policía? ¡Qué problema! ¿Qué decís? Ahora...
Interrumpió lo que iba a decir.
-Ya entiendo. Por supuesto que voy a ayudarte. Andá a mi casa en Atalaya. Esperame allá.
Alem cortó la llamada y guardó su celular en uno de los bolsillos de su campera.
-Maldita sea. ¿Por qué se tiene que complicar tanto todo? Una vida llena de complicaciones. El precio a pagar por ser Alem Inax.
Miércoles 15 de agosto del año 2.012.
Janos hizo que todo se complicara aún más. Isma va a tener que lidiar con su deber como guardián y permanecer oculto como un fugitivo. ¿Esos seran sus únicos problemas o habrá más esperando adelante?
Los saluda el sr. Teras.
Sobre la mesa estaban sus pertenencias. Su mochila, una campera, la espada escarlata, el puñal, y el cinturón.
No le habían quitado el brazalete espejo ni el guantelete potenciador.
Ya había pasado más de una hora y media desde que lo habían dejado solo.
Muchas veces pensó en quitarse las esposas recurriendo a su telekinesis, agarrar sus pertenencias y escapar teletransportandose.
-Tengo que calmarme-pensó-. No debo escapar. Soy inocente. Voy a salir caminando. No teletransportandome.
Esa era una situación a la que estaba acostumbrado. Ya había sido arrestado por pelear en la vía pública.
Un policía entró al cuarto. Un hombre de mediana edad, que al igual que los demás tenía el uniforme y la placa. Se sentó frente a Ismael. Tenía una libreta y un lápiz.
-Ya era hora. Me estaba preguntando cuanto tiempo pensaban dejarme solo en este lugar. Si interrogaron a los demás ya deben saber que yo no maté a nadie. Ahora hagan el favor de llamar a mi padre para que venga a buscarme.
-Sí. Nos dijeron que un tal Janos Etna mató a esa gente. Pero no podemos dejarte ir. Tenemos que hacerte algunas preguntas. Si es que estás dispuesto a responder.
-Pregúnteme lo que quiera.
-Bien. –El policía se preparó para hacer anotaciones-. Empiezo. ¿Cómo supiste que ese hombre iba a llegar al colegio?
-Él me mandó un mensaje de texto. Si desea confirmarlo puede revisar mi celular.
-¿Por qué tenés su número de celular? ¿Qué relación tenés con él? ¿Es tu amigo?
-¡Claro que no! Tengo su número porque él obtuvo el mío cuando le robó el celular a una amiga y me llamó. Janos Etna es mi enemigo.
-Bien. ¿Cómo se llama tu amiga?
-Amanda Acevedo.
-¿Por qué decís que es tu enemigo? ¿Te hizo algún daño? ¿Le hizo daño a alguien cercano a vos? ¿Qué sucede entre ustedes?
-Para responder a esa pregunta tendría que hablar sobre ciertas cosas que usted no creería y que no sería capaz de comprender.
-Debe haber algo que puedas decirme.
-Está bien. Sólo puedo decirle que él quiere matar a mi amiga Amanda Acevedo. La chica que mencioné anteriormente. Es lo único que puedo decirle. Nada más.
-¿Tenías algún problema con los directivos? ¿Los odiabas por alguna razón?
Ismael tardó algunos segundos en responder.
-Sí, los odiaba. Porque cada vez que yo le daba una golpiza a algún infeliz no se molestaban en averiguar quien había empezado. Ellos siempre me echaban la culpa de una u otra forma. Yo nunca les deseé ningún mal, pero me alegro de saber que a partir de ahora el domicilio de esos miserables va a ser el cementerio.
-Ya lo suponía.
-Usted también se alegraría si alguien que sólo le causa problemas muriera.
El policía estuvo en silencio hasta que terminó de hacer sus anotaciones.
-Y bien-dijo Ismael-. ¿Por qué me hizo esas preguntas? ¿Adonde quiere llegar con todo esto? ¿Ya puedo irme?
-No, porque seguís cargando con una acusación.
-¿Qué dice? ¿De qué me acusan? Si ya saben que yo no maté a nadie.
-Se te acusa de ser el autor intelectual de esos homicidios. Además nos preguntamos como entraste al colegio llevando esas cosas.
Ismael se enfureció. Se quitó las esposas recurriendo a su telekinesis, y golpeó la mesa con sus puños.
-¡Estupideces! ¡¿Cree que yo no podría matar a una o más personas yo mismo?! ¡Podría matarlo ahora mismo si quisiera hacerlo! ¡Podría matar a todos los estúpidos policías que están en esta comisaría! ¡No saben que poseo un inmenso poder!
El hombre de mediana edad se levantó totalmente sorprendido al ver que el joven no tenía puestas las esposas.
-¿No te habían esposado?
-Sí, pero me saqué las esposas.
-Estás mintiendo. Seguramente te las sacaron cuando te dejaron acá.
-¿Creen que yo le pedí a Janos que matara a esa gente?
-Es probable. Además no sabemos si ese hombre realmente es tu enemigo. Su enemistad y esa riña en el patio de ese colegio puede que sólo sean una gran farsa organizada por ambos.
-¿Acaso no ve mis heridas? ¿Creen que alguien puede lastimarse de esta manera a propósito?
-Vamos a saber si estás diciendo la verdad cuando arrestemos a Janos Etna. ¿Sabés donde vive? Su familia no sabe nada, y no tenemos ningún dato que nos sirva para llegar a él.
-Si lo supiera ya habría ido a incendiar su casa.
-También tendremos que comprobar que es verdad lo del robo del celular de tu amiga.
-¿Qué va a pasar conmigo? No pueden retenerme en este lugar.
-Vas a ser llevado a un centro de detención para menores. Permanecerás ahí hasta que se pruebe tu inocencia o hasta que cumplas dieciocho y puedas ser enjuiciado.
-No me parece buena idea. No puedo permitir eso.
Ismael se levantó.
El policía desenfundó su pistola y apuntó al joven.
-Sentate y no intentes hacer ninguna estupidez, chico.
-¿Realmente piensa dispararme? Intentelo. No me molestaría.
Ismael se puso su campera y cargó su mochila sobre sus hombros.
El uniformado había intentado dispararle, pero por alguna razón le resultaba imposible jalar el gatillo.
-No podrá dispararme. En este momento estoy sosteniendo el gatillo de esa pistola utilizando mi telekinesis.
El hombre se sorprendió cuando el joven que estaba frente a él desapareció.
Ismael apareció detrás del policía, quien quedó inconciente luego de recibir un fuerte golpe.
El guardían guardó el puñal en su mochila, luego agarró su espada con una mano y su cinturón con la otra.
Unos minutos después escapó de la comisaría teletransportandose.
Alem Inax caminaba tranquilamente por una vereda. Llevaba una bolsa que contenía varios articulos que había comprado. Miraba al cielo gris. Le gustaban los días lluviosos.
Al llegar a la esquina fue sorprendido por un hombre que puso el cañon de un revólver sobre su pecho.
-No hagas escándalo y dame todo lo que tengas.
El ladrón armado desapareció.
El mecánico platense lo había mandado a un lugar muy lejano. Sonrió y siguió su camino. Estaba conteniéndose para no reirse.
-Espero que te guste Moscú, ladrón miserable. La inseguridad. El precio que hay que pagar por vivir en la bella ciudad de La Plata.
Su celular sonó.
Atendió el llamado telefónico que daría fin a su tranquilidad esa tarde.
-Hola Isma. ¿Qué tenés para contarme?
Alem escuchó a su aprendiz.
-¿Qué? ¿Janos?
Hizo otra pausa.
-¿La policía? ¡Qué problema! ¿Qué decís? Ahora...
Interrumpió lo que iba a decir.
-Ya entiendo. Por supuesto que voy a ayudarte. Andá a mi casa en Atalaya. Esperame allá.
Alem cortó la llamada y guardó su celular en uno de los bolsillos de su campera.
-Maldita sea. ¿Por qué se tiene que complicar tanto todo? Una vida llena de complicaciones. El precio a pagar por ser Alem Inax.
Miércoles 15 de agosto del año 2.012.
Janos hizo que todo se complicara aún más. Isma va a tener que lidiar con su deber como guardián y permanecer oculto como un fugitivo. ¿Esos seran sus únicos problemas o habrá más esperando adelante?
Los saluda el sr. Teras.
