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    Escenario para tres. Parte 24: Dos años después.

    Teras
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    Mensaje  Teras Jue Mar 15, 2012 1:28 pm

    -No sé como solucionar esto-dijo un joven que estaba de pie frente a la lápida que tenía el nombre de su madre.

    Su nombre era Ismael Andes y tenía diecisiete años. Se sentía furioso y algo triste por la situación en la que se encontraba.

    Extrañaba su hogar y a las personas que siempre estaban a su alrededor.

    Eran las 11:24 Am.

    Ya habían pasado dos horas desde su llegada.

    Ni él mismo entendía por qué se quedaba en ese cementerio reflexionando frente a la tumba de su madre. Como si el simple hecho de permanecer en ese lugar lo ayudara a encontrar una respuesta a todos sus problemas.

    Había salido llevando su espada y otros dos objetos que se ocultaban bajo las mangas de su campera.

    Se agachó y puso su rodilla izquierda sobre el suelo.

    Miró hacia el cielo. Ni una sola nube y el sol, en su lugar y brillando siempre con la misma intensidad.

    -¿Qué te pasa, gran jefe? ¿Es lo mejor que tenés? Date cuenta de que nunca vas a lograrlo. Nunca te voy a pedir que me perdones y que tengas piedad. No pienso rendirme ante vos. Voy a superar la prueba. Lo vas a ver. Ese estropajo de cabello blanco va a terminar muy mal.

    Ismael se levantó al escuchar unos pasos.

    Las tres personas que llegaron se sorprendieron al verlo. Cada cual cargaba una mochila.

    Marina dejó atrás a Edgar y Sara. Corrió para abrazar a su novio.

    -Estás bien, Isma. No sabés cuanto me alegro de verte.

    -Al fin me encuentro con alguien que se alegra de verme porque me quiere y no porque quiera cazarme para obtener una recompensa.

    -¿Quién dijo que no quiero una recompensa? Te tengo atrapado entre mis brazos. Me merezco un beso, ¿no?

    Ismael besó a Marina. Cuando sus labios y los de la chica se separaron miró a Edgar, quien tenía un ramo de flores en la mano derecha.

    -Sabiamos que de una forma u otra ibas a venir a visitarla-dijo Sara-, pero no pensamos que podríamos encontrarnos con vos.

    -Les agradezco por haber venido a visitar a mi madre en el segundo aniversario de su muerte.

    -No tenés que agradecer.-Edgar dejó el ramo de flores frente a la lápida-. Lo hacemos porque es lo que corresponde. Tu mamá nos iluminó con su sonrisa y sus virtudes. Hacemos esto para que sepa que no la olvidamos y que la apreciamos.

    Los cuatro permanecieron en ese lugar en silencio durante unos minutos.

    Sara rompió el silencio.

    -Tenemos que irnos. Sino no vamos a llegar a tiempo al colegio.

    -Adelántense-dijo Marina-. Yo quiero quedarme con Isma unos minutos más.

    -Quiero que te vayas-dijo friamente Ismael-. Ve con ellos.

    La chica abrazó al joven y se susurró al oido. Derramó algunas lágrimas.

    -No quiero. Estar lejos de vos duele mucho. Llevame con vos, Isma. Sólo quiero estar con vos. No quiero dejarte ahora porque no sé si volveré a verte alguna vez.

    -Tenés que irte. La cruel realidad es que ahora no podemos estar juntos. No pienso permitir que dejes todo atrás sólo por mí. Siento mucho dolor. Si te quedás más tiempo me voy a sentir mucho peor cuando te vayas. Ambos nos vamos a sentir mucho peor.

    Ismael besó nuevamente a la chica de cabellos dorados, y luego la apartó de él amablemente.

    -Te quiero mucho, Isma-dijo Marina con la voz quebrada por el llanto.

    -Te quiero mucho, Marina. Algún día volveremos a estar juntos. Te lo prometo.

    Edgar, Sara y Marina se marcharon.

    Ismael se agachó y puso su rodilla derecha sobre el suelo cuando estuvo solo nuevamente.

    -Me pregunto en qué lugar estarás ahora. Creo que el lugar más adecuado para vos es y siempre será el paraíso, si es que existe.

    Suspiró, y siguió reflexionando con tristeza.

    -Lo que más me duele es saber que nunca volveré a verte, porque a mí me corresponde ir a otro lugar. El lugar en que hay fuego, un hombre con tridente, y todo tipo de cosas preparadas para hacer sufrir a tipos como yo. Debo tener reservado un buen lugar.

    Estuvo solo hasta las 3:58 Pm, cuando llegaron otras dos personas que habían ido a visitar la tumba de Evelyn Andes.

    Ismael se alegró al ver a su padre y a su mejor amiga acercándose.

    El sentimiento era mutuo.

    Amanda abrazó a su amigo. Se puso a llorar por la alegría que sintió al estar tan cerca de él nuevamente.

    Gabriel los miraba con una sonrisa en su rostro.

    -Te debo una gran explicación-le dijo Ismael a su padre.

    -No es necesario. Alem habló conmigo. Él se encargó de decírmelo todo. Sé que te metiste en problemas para salvar a todos aquel día.

    -Ed habló conmigo-dijo Amanda, quien parecía no querer soltar a su amigo por nada del mundo-. Realmente te comportaste como un verdadero héroe.

    Gabriel dejó un ramo de flores sobre la tumba.

    Ismael decidió dejar solo a su padre durante algunos minutos. Se fue junto con la chica de cabello castaño que se negaba a soltarlo.

    Amanda dio una mirada a la espada de su amigo, la cual en ese momento descansaba dentro de su vaina.

    -Tu espada. ¿Puedo verla? Ed me dijo que el filo es rojo.

    -No puedo permitir eso, Ami. No es un juguete.

    -¡Por favor! No quiero tocarla. Sólo quiero verla. ¡Por favor! ¡Por favor!

    -Está bien.

    Ismael desenvainó su espada y se la mostró a su amiga.

    -¡Es hermosa! Un espléndido rojo escarlata. ¡Puedo ver mi reflejo!

    -Bien. Suficiente. ¡Fin de la exhibición!

    El joven envainó el filo escarlata.

    -Gracias por venir a visitar a mi mamá, Ami. ¿Por qué viniste con mi mamá? ¿Tus padres están ocupados?

    -Le pedí a tu papá que me permitiera acompañarlo porque mis papás no quisieron acompañarme. Vine hasta acá sin permiso, pero él no lo sabe. Es que últimamente vivo castigada.

    -¿Por qué?

    -Porque mis padres piensan que sos un criminal, y yo les digo que están equivocados todo el tiempo. Confían más en las palabras de los idiotas de un noticiero que en las palabras de su propia hija.

    -No te compliques la vida defendiéndome. Muchas personas pensaban que yo era un criminal antes de que eso pasara. Para mí no es ninguna novedad.

    -Puede que tengas razón, pero no puedo aceptar que hablen mal de vos. Porque te quiero.

    Ismael se acercó a Amanda y le dio un beso en la frente.

    -Sos una buena amiga, Ami.

    La chica sonrió.

    -Hay algo que quiero saber. ¿En que momento obtuviste esos poderes? Ed me dijo que podés teletransportarte y... algo más. Espero que no me haya mentido.

    -Es verdad, pero no puedo decirte por qué puedo hacer esas cosas ahora mismo.

    -Ahora mismo no. ¿Eso significa que algún día podrás decírmelo?

    -Sí. Volvamos con mi papá, Ami.

    Ambos volvieron al lugar en que se situaba la tumba de Evelyn Andes.

    Pronto le llegó el momento a otra despedida.

    Gabriel puso una mano sobre el hombro derecho de su hijo.

    -Confío en vos, Isma. Sé que de alguna forma vas a lograr que todo vuelva a ser como antes. Espero que volvamos a estar juntos muy pronto.

    -Sí. Volveré cuando pueda estar con vos sin causarte problemas por ser un prófugo. No te preocupes. Alem vela por mí. Estaré bien.

    Amanda abrazó a Ismael una vez más.

    -Cuidate mucho, amorcito. No quiero que te lastimen.

    Se despidieron.

    El profesor Gabriel Andes se fue del cementerio junto con Amanda Acevedo.

    Más tarde, alguien más llegó para visitar la tumba de Evelyn Andes.

    Un hombre alto que tenía un largo cabello blanco que cubría su espalda. Estaba vestido de negro. Llevaba con él un ramo de flores.

    Ismael desenvainó su espada al verlo. Sintió una ira incontenible.

    -¡¿Por qué estás acá?! ¡¿Acaso venís a reirte de mí?! ¡¿Querés pelear?!

    -¡Silencio!-grito Janos Etna-. No le faltes el respeto a la gente que descansa en paz en este lugar, idiota. Estoy desarmado. ¿Aún así pensás atacarme?

    Ismael envainó su espada.

    Janos dejó el ramo de flores sobre la tumba de Evelyn Andes y luego hizo una reverencia.

    -¿Por qué creés que tenés derecho a visitar a mi madre, engendro repugnante?

    -No tengo que responderte. Sólo puedo decirte que hago esto porque creo que tu madre fue una persona muy valiosa. Hoy en día existen muy pocas personas que pueden llegar a preocuparse por un extraño. ¿Te acordás de la primera vez que nos encontramos, guardián?

    -Por supuesto. Fue en mayo de este año. ¿Y eso que tiene que ver?

    -Te equivocás. Nos vimos por primera vez el 21 de abril del 2.005. El día en que yo maté a todas las personas que estaban en... ese colegio. Choqué con vos en una esquina. Ambos nos desplomamos. Cuando me levanté tu mamá me preguntó si estaba bien, si no me había lastimado. Yo sé que ella hablaba con sinceridad. Se preocupó por mí a pesar de que tal vez debió enojarse conmigo porque pude haber lastimado a su hijo.

    -No recuerdo nada de eso.

    -Porque en ese momento no fuiste capaz de reconocerme como tu enemigo.

    Ismael golpeó a su rival con su puño derecho.

    Janos retrocedió escupiendo sangre. Fue victima de la fuerza titánica que le daba a su rival el guantelete potenciador. Puso una mano sobre su abdomen.

    -Maldito guardián. Eso dolió bastante.

    -¿Pensaste que te ibas a ir sin recibir al menos un golpe? Por tu culpa ahora soy un prófugo.

    -No era mi intención causarte tantos problemas. Supongo que actué sin medir las consecuencias. Disculpame.

    -Mentiroso. Seguramente te causa gracia mi situación actual.

    -No es así, guardián.

    Ismael lanzó otro golpe.

    Janos se cubrió. Sujetó el puño derecho de su enemigo con su mano izquierda.

    -No te estoy mintiendo. Y además, estoy pensando en hacer algo para solucionar tu problema.

    -No quiero tu ayuda. No sé qué ideas pasaran por tu cabeza cuando pensás en ayudarme, pero estoy seguro de que no deben ser nada buenas.

    Janos soltó el puño del guardián.

    -En ningún momento te pregunté si querías que te ayudara. Yo decidí hacerlo, y es una decisión irrevocable.

    El asesino se dio vuelta y se alejó caminando. Pensaba irse del cementerio, pero sólo dio algunos pasos antes de detenerse para responder una pregunta.

    -¡Hey! ¿Vos te estás muriendo? ¿Es verdad?

    -Sí. Estoy enfermo, pero eso no importa. Todos vamos caminando hacia el mismo lugar: una oscura y helada tumba. Unos caminan muy rápido y otros se toman su tiempo. Nosotros caminamos muy rápido, guardián. Ambos vamos a morir muy pronto. De una forma u otra.

    Ismael pensó que su rival tenía razón.

    -Exacto. Eso es lo que nos merecemos, ¿no?

    -Tal vez.

    Janos frunció el ceño y miró a su alrededor, como esperando ver a alguna persona.

    -¿Qué sucede?

    -Tengo un mal presentimiento, guardián. Creo que algo o alguien te está observando. Deberías irte de este lugar lo más pronto posible.

    El asesino dejó solo a su rival. Desapareció frente a él.

    -¿Alguien observándome? ¿Será verdad?

    Ismael miró a su izquierda y vio a una persona. Un segundo después tuvo que dar un salto hacia atrás para evadir el filo de un sable, y desenvainó su espada. Observó a su atacante.

    Era una persona de estatura media. Su cabello era negro, y le llegaba hasta los hombros. Vestía un pantalón largo y una campera roja desabrochada que dejaba a la vista una remera negra que tenía el escudo nacional argentino. Su rostro estaba cubierto por una mascara blanca.

    -Te manda el gobierno, ¿no? ¿Cómo supieron que yo vendría a este lugar? Muchos prófugos ni se molestarían en visitar a un familiar muerto.

    -Estás equivocado, Ismael. No recibí ninguna orden. Vine a este cementerio porque pensé que existía una mínima probabilidad de que vinieras a visitar la tumba de tu madre. Mis supervisores van a quedar atónitos cuando sepan que me encargué de borrarte del mapa.

    -No cantes victoria tan rápido. ¿Puedo saber tu nombre antes de que te de una terrible paliza?

    -No creo que valgas lo suficiente como para que te diga mi nombre.

    -Entonces te voy a llamar mascarita. Creo que no deberíamos pelear en este lugar, Mascarita. Vamos a otro lugar.

    -Está bien. Voy a dejar que elijas el lugar en que vas a morir.

    El lugar que eligió Ismael fue el anfiteatro ubicado en el centro de una amplia plaza que estaba cerca del estadio de un club.

    Ambos contendientes aparecieron entre las gradas y el escenario de esa edificación pintada de blanco.

    -Bien. Ya llegamos. Tu sable se enfrentará a mi espada corta de doble filo y perderá, mascarita.

    El extraño personaje de la mascara atacó primero.

    Ismael fue sorprendido por la velocidad de su rival. Supo que no ganaría fácilmente, pero no se intimidó. Le demostró su habilidad contraatacando con su filo escarlata. Se alejó y lanzó un rayo.

    El potente as de luz que lanzó el guardián dejó una marca en el suelo del anfiteatro, pero no impacto a su objetivo. Sólo llegó a rozarle el hombro izquierdo, el cual quedó al descubierto al ser dañadas las prendas que lo cubrían.

    La persona de la mascara atacó una vez más. Hirió al joven con su sable y lanzó un rayo.

    Ismael se cubrió con su brazo derecho. El guantelete lo protegió. Sin protección habría terminado con un hueso roto. Decidió retroceder.

    -¿Qué pasó, mascarita? ¿Te enojaste porque te lastimé un hombro?

    -No sos alguien normal, Ismael Andes. Voy a tener que esforzarme. Estoy sorprendida.

    -¿Sorprendida? ¿Escuché bien lo que dijiste?

    Ismael se sorprendió cuando su rival se quitó la mascara.

    -Sos una chica, mascarita.

    -¡Claro que sí! ¿Cómo no te diste cuenta?

    -Cuando tenías puesta esa mascara no se escuchaba muy bien tu voz. Además, no muchas mujeres tienen el pecho plano como vos. Tenés dos espaldas, mascarita.

    -¡Silencio! No me importa lo que digas. Estoy conforme con mi cuerpo. ¡Y dejá de llamarme mascarita!

    -Entonces decime tu nombre.

    -Está bien. El nombre de la mujer que te va a matar es Istar Lugones.

    -¿Dónde está esa mujer?-preguntó Ismael mientras miraba a su alrededor-. No la veo por ningún lado.

    -Imbécil.

    Istar avanzó rápidamente y atacó con su sable. Sólo una vez.

    Fue una estocada que por poco no alcanzó el cuerpo del guardián.

    El filo del sable hirió al joven en el abdomen, cerca de las costillas. Desgarró la piel.

    Ismael se alejó de la mujer teletransportandose.

    -Se movió muy rápido-pensó-. Cuando reaccioné ella ya estaba frente a mí.

    -¿Querés saber por qué uso esa mascara, chico?

    No recibió respuesta.

    -Se ve que el miedo te dejó mudo. Te lo diré. La uso para evaluar a mis enemigos.

    -¿Evaluar? Explícate.

    -Cuando tengo puesta esa mascara me cuesta respirar y no puedo ver muy bien, y por lo tanto no puedo mostrar completamente mi gran habilidad. Los que derroto con la mascara puesta son débiles. Los que derroto después de quitármela son fuertes. Deberías sentirte aterrado y halagado a la vez.

    Ismael se puso en guardia.

    -¿Por qué debería estar aterrado?

    -Porque todos los enemigos que ven mi rostro terminan en un féretro.

    -Te advierto que no pienso tener piedad porque sos una mujer. Estoy preparado para hacerle daño a cualquier persona. No me importa el sexo o la edad. Cualquiera que se atreva a interponerse en mi camino va a caer ante el filo de mi espada escarlata.

    Istar atacó una vez más.

    Ismael se cubrió con su espada. Frenó el ataque recurriendo a su telekinesis. Empujó a la mujer del sable con su poder mental, y luego se teletransportó.

    El joven apareció detrás de su rival.

    La guerrera cayó luego de recibir un codazo en la espalda. Ella se levantó e inmediatamente se dio vuelta y atacó. Logró herir a su rival en el pecho.

    Una herida superficial. Nada grave.

    La asesina del gobierno argentino se rió.

    -La próxima vez no voy a fallar. Te voy a cortar en pedazos.

    Istar levantó su sable contra su enemigo con toda su furia.

    Ismael fue superado muchas veces por esa guerrera que deseaba ponerle fin a su vida. Su piel fue desgarrada por el filo del sable en varias ocasiones. Pero no se desesperó. Un solo pensamiento lo ayudó a mantener la calma.

    -Ella es más fuerte que yo. Es un hecho. Pero no es más fuerte que Alem o Janos. Puedo vencerla.

    Istar sintió mucho dolor cuando el filo de la espada escarlata se hundió en su hombro derecho. Se alejó de su enemigo y cubrió su herida con su mano izquierda.

    -¡Suficiente! Dejá de perder el tiempo. Sólo conozco a dos personas que son capaces de derrotarme. Mi maestro y Janos Etna. No vas a lograr tu objetivo.

    -No digas estupideces-dijo Istar luego de darle una lamida al filo ensangrentado de su sable-. Mirate. Estás todo lastimado y sangrás, y yo sólo tengo alguno raspones. Tenés un pie en la tumba, novato.

    Ismael se puso en guardia y cerró sus ojos. Decidió confiar en el poder de su mente y dejar a un lado sus percepciones por un momento. Espero a que su enemiga lo atacara. Detuvo el sable con su filo escarlata y contraatacó. Abrió sus ojos.

    Istar no fue capaz de contener las continuas agresiones. Eventualmente su arma salió despedida al ser golpeada por la espada escarlata. Cayó al suelo. Retrocedió arrastrándose.

    Ismael la siguió. Puso el filo de su espada sobre el cuello de la mujer, luego volvió a colocarla en su vaina.

    -¿No vas a matarme?

    -No. No voy a hacerlo.

    -¿Por qué no?

    El guardián se agachó y agarró a Istar por el cuello de la remera que tenía el escudo nacional argentino. Acercó el rostro de la mujer al suyo.

    -Porque ustedes creen que yo soy un criminal. Y si te matara les estaría dando la razón. La verdad es que yo no he matado a ninguna persona hasta el día de hoy.

    Ismael la soltó y se teletransportó. Apareció en el patio de la casa de Alem Inax. La que estaba en el pueblo Atalaya.

    El joven se levantó y miró hacia arriba.

    El cielo en ese momento era de un brillante color naranja.

    De a poco el sol se iba despidiendo por el horizonte.

    -Supongo que debe sorprenderte todo esto, mamá. Mi vida cambió completamente en muy poco tiempo.



    Domingo 14 de octubre del año 2.012.



    Encuentros emocionantes y una sangrienta batalla durante el segundo aniversario de la muerte de Evelyn Andes. ¿Qué hará Janos para ayudar a Ismael? ¿Realmente pensará ayudarlo?

    Los saluda el sr. Teras. Very Happy
    Anonymous
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    Escenario para tres. Parte 24: Dos años después. Empty Re: Escenario para tres. Parte 24: Dos años después.

    Mensaje  Invitado Vie Mar 16, 2012 2:46 am

    Un par de errores ortograficos...

    Lucha contra una mina...le hubiera echo pagar su derrota con ...
    careta

      Fecha y hora actual: Miér Mayo 08, 2024 10:21 pm