Teras Mar Mar 13, 2012 12:34 pm Un lunes cualquiera.
Para la mayoría de las personas la llegada de ese día tenía un significado: el difícil comienzo de una semana. El inicio de la primera jornada de trabajo y/o estudio.
A las 12:20 PM del primer día de una semana de abril un joven esperaba pacientemente a que se abrieran las puertas del colegio que se encontraba en la otra vereda. Se disgustaba al escuchar lo que decían las personas que estaban cerca de él.
-Qué llorones-pensó-. Lunes, martes, miércoles o cualquier otro maldito día. Da lo mismo. El mundo siempre es la misma basura. Eso no cambia ningún día.
En los bolsillos de su campera tenía un celular, una navaja y una brújula.
Ese día era algo especial para ese joven, para Ismael Andes. Debía encontrar a la persona que debía proteger para evitar que el mundo fuera destruido por alguien cuya identidad desconocía completamente.
Había dibujado en su mente una lista con cinco nombres. Ya había eliminado uno.
Gabriel Andes no era el indicado.
-Edgar, Sara, Amanda, Marina.
Los cuatro nombres restantes.
-Espero que no sea Marina-pensó Ismael-. ¿Cómo podría proteger a alguien que está tan lejos de mí?
-¡Isma!
Un chico se acercó a Ismael y lo saludó.
-¿Cómo estás, Isma? ¿Fuiste al cine con Amanda?
-Sí. ¿Cómo te enteraste de eso, Edgar?
-Amanda me lo dijo. Hablé con ella el viernes. Me alegra que no la hayas decepcionado. Al fin aceptaste una de sus invitaciones.
-No fue eso exactamente. Fue una ocasión especial.
-Tenés razón. Ahora recuerdo que ella me dijo que era el aniversario de su amistad o algo parecido. No pensé que te importaría algo como eso.
-Ocupate de tus asuntos, Edgar.
-¡Hey! No te enojes. No era mi intención ofenderte. Es que me resulta bastante extraño. Ya no te importaban ese tipo de cosas. Creo que finalmente estás volviendo a ser como antes.
-Pensá lo que quieras.
-¿Cómo te llevás con Ami?
-Bien.
-¿No cambió nada entre ustedes?
-¿Por qué preguntás eso?
-Deberías saberlo, Isma. Creo que esa nena podría estar pensando en vos de otra manera. ¿Entendés a qué me refiero?
-Sí. Eso me preocupa. No debería interesarse en una basura como yo. Además soy mayor que ella.
-Y si ella te dijera que le gustás, ¿qué harías?
-La rechazaría-respondió Ismael sin dudar-. Le explicaría por qué no podemos tener ese tipo de relación y nada más.
-No creo que tu forma de ser sea un problema. Ella te acepta tal y como sos. La diferencia de edad puede ser un problema. Depende del punto de vista de cada uno. ¿Qué harías si no hubiera una diferencia de edad?
-No tiene sentido pensar en eso. No sé por qué estoy hablando con vos. Dejame solo. Andate con los demás. Ellos deben tener ganas de conversar. No vengas a molestarme.
-No me trates así-rogó Edgar-. Yo sólo quiero que todo entre nosotros vuelva a ser como antes. No pensé que te enojarías porque soy un buen amigo-dijo antes de alejarse.
Ismael sacó de uno de los bolsillos de su campera la brújula y preguntó:
-¿Está cerca la persona que tengo que proteger?
La flecha realizó el movimiento que indicaba que la persona que buscaba el guardián no estaba cerca.
-No es él. Uno menos.
Las puertas del colegio se abrieron.
Ismael cruzó la calle e ingresó en el establecimiento. Estaba preparado para tolerar las cinco horas que tenía que pasar en ese lugar.
Durante la primera hora de clase pidió permiso para ir al baño y le sucedió algo que le hizo olvidar el objetivo principal de ese día momentáneamente.
Se lavó las manos y después apoyó su espalda sobre una de las paredes del baño. Cerró los ojos y puso sus dos manos sobre su frente.
-Como odio este lugar-pensó-. En este momento me gustaría estar en mi habitación para poder hacer lo que me de la regalada gana.
Sus sentidos percibieron un cambio en el ambiente.
Cuando abrió los ojos comprobó que ya no estaba en el baño del colegio, sino en algún lugar que desconocía y que estaba a oscuras.
Por un momento el pánico lo invadió.
-¡¿Eh?! ¿Dónde estoy? ¡¿Este es otro de tus trucos, Alem?! ¡No es gracioso!
No recibió ninguna respuesta.
-Podría ser obra del... asesino.
Hizo lo posible por tranquilizarse y pensar claramente. En primer lugar, debía iluminar ese sitio. Después debía averiguar quien estaba con ánimos de molestar.
Iluminó el lugar utilizando su celular. Se sorprendió al descubrir que no estaba en un sitio desconocido. Era su habitación. Estaba en su casa. Se acercó a una pared y presionó un interruptor.
La luz de un lámpara incandescente iluminó la habitación de Ismael Andes.
Tenía que saber cómo había llegado hasta ahí, y tenía que volver al colegio.
Utilizó su celular para mandarle un mensaje de texto a la única persona que podía ayudarlo.
Salió de su casa y cerró la puerta con llave por segunda vez.
Alem apareció en el patio de la casa de los Andes. Tenía el cabello atado. Vestía un pantalón negro y una remera gris. Su ropa estaba muy sucia y sus zapatillas estaban muy gastadas.
-¡¿Eh?! ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás todo sucio?
-¡Hola! ¡Soy mecánico! ¿No lo recordás? Ahora decime por qué me llamaste. No tengo todo el día. Soy un hombre ocupado.
-Estaba en el baño del colegio y de un momento a otro fui a parar a mí habitación-explicó Ismael-. ¿Por qué pasó eso?
-Te teletransportaste. Tené mucho cuidado. Eso puede ser peligroso. Sobre todo si no dominás esa habilidad.
-¡Obviamente no lo hice a propósito! Pensé en que tenía ganas de estar en mi habitación y...
-Sí, entiendo.
-¿Podés llevarme al colegio?
-Puedo llevarte a algún lugar que esté cerca, pero no al colegio.
-¿Por qué? No me importa que nos vean aparecer de la nada. Ya tengo problemas con la gente de ese colegio. Si llegan a creer que me escapé van a llamar a mi papá, y voy a estar castigado por el resto de mi vida.
-No puedo teletransportarme a un lugar que no conozco, Isma. Tengo que tener en mi mente alguna imagen del lugar al que quiero llegar. Estuve cerca de ese colegio el día en que nos vimos por primera vez. Puedo llevarte a algún lugar que esté cerca.
-Entonces llevame. Vamos a acercarnos al colegio para que puedas ver el interior. La puerta tiene vidrio. Eso serviría, ¿no?
-Sí, cualquier imagen sirve. Hasta una fotografía serviría.
-Vamos. No perdamos más tiempo.
Alem puso su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Ismael.
Ambos se teletransportaron. Aparecieron en medio de una calle. Al notar eso se dirigieron a la vereda.
-Por suerte no estaba pasando ningún auto. Perdoname. Cuando me teletransporto junto con otra persona mi puntería no es muy buena.
-Está bien. No importa.
Alem observó la calle.
-Puedo notar que la municipalidad de este lugar no trabaja mucho. Esta calle es un asco.
-Sí, y todo empeora cuando un imbécil que puede lanzar rayos pasa por acá y daña el pavimento.
-¿Eh? ¿Y por qué hacés eso?
-¡Me refiero a vos, mecánico!
Fueron hasta el colegio.
Alem observó el interior, y luego se teletransporto junto con Ismael.
Ya había empezado el primer recreo.
Alumnos y profesores se sorprendieron al ver aparecer de la nada a un joven y a un hombre que tenía la ropa toda sucia. Unos pensaron que fue producto de la imaginación, un alucinación. Otros creyeron que esa ilusión era producto del estrés.
-Problema solucionado-dijo Alem-. Por favor no vuelvas a pensar que preferirías estar en otro lugar.
Ismael vio a Sabrina acercándose.
-¿Quién es usted?-preguntó la preceptora al mecánico platense-. ¿Quién lo dejó entrar?
-¿Eh? Yo soy... Eh... Yo no...
-No es necesario que respondas. Volvé a tu trabajo, Alem.
-Ah, tenés razón. Nos vemos otro día, Isma.
Sabrina se desmayó cuando el hombre que estaba frente a ella desapareció.
Ismael evitó que terminara en el suelo.
Lunes 23 de abril del año 2.012.
¡Edgar no es! Uno menos. En la próxima parte se va a saber a quien tiene que proteger Isma. También puede que no suceda. Yo hago lo que quiero. ¿Se decidirá a aparecer el asesino? ¿Dejaré de hacer estos inútiles comentarios? :P
Los saluda el sr. Teras. ^^
Para la mayoría de las personas la llegada de ese día tenía un significado: el difícil comienzo de una semana. El inicio de la primera jornada de trabajo y/o estudio.
A las 12:20 PM del primer día de una semana de abril un joven esperaba pacientemente a que se abrieran las puertas del colegio que se encontraba en la otra vereda. Se disgustaba al escuchar lo que decían las personas que estaban cerca de él.
-Qué llorones-pensó-. Lunes, martes, miércoles o cualquier otro maldito día. Da lo mismo. El mundo siempre es la misma basura. Eso no cambia ningún día.
En los bolsillos de su campera tenía un celular, una navaja y una brújula.
Ese día era algo especial para ese joven, para Ismael Andes. Debía encontrar a la persona que debía proteger para evitar que el mundo fuera destruido por alguien cuya identidad desconocía completamente.
Había dibujado en su mente una lista con cinco nombres. Ya había eliminado uno.
Gabriel Andes no era el indicado.
-Edgar, Sara, Amanda, Marina.
Los cuatro nombres restantes.
-Espero que no sea Marina-pensó Ismael-. ¿Cómo podría proteger a alguien que está tan lejos de mí?
-¡Isma!
Un chico se acercó a Ismael y lo saludó.
-¿Cómo estás, Isma? ¿Fuiste al cine con Amanda?
-Sí. ¿Cómo te enteraste de eso, Edgar?
-Amanda me lo dijo. Hablé con ella el viernes. Me alegra que no la hayas decepcionado. Al fin aceptaste una de sus invitaciones.
-No fue eso exactamente. Fue una ocasión especial.
-Tenés razón. Ahora recuerdo que ella me dijo que era el aniversario de su amistad o algo parecido. No pensé que te importaría algo como eso.
-Ocupate de tus asuntos, Edgar.
-¡Hey! No te enojes. No era mi intención ofenderte. Es que me resulta bastante extraño. Ya no te importaban ese tipo de cosas. Creo que finalmente estás volviendo a ser como antes.
-Pensá lo que quieras.
-¿Cómo te llevás con Ami?
-Bien.
-¿No cambió nada entre ustedes?
-¿Por qué preguntás eso?
-Deberías saberlo, Isma. Creo que esa nena podría estar pensando en vos de otra manera. ¿Entendés a qué me refiero?
-Sí. Eso me preocupa. No debería interesarse en una basura como yo. Además soy mayor que ella.
-Y si ella te dijera que le gustás, ¿qué harías?
-La rechazaría-respondió Ismael sin dudar-. Le explicaría por qué no podemos tener ese tipo de relación y nada más.
-No creo que tu forma de ser sea un problema. Ella te acepta tal y como sos. La diferencia de edad puede ser un problema. Depende del punto de vista de cada uno. ¿Qué harías si no hubiera una diferencia de edad?
-No tiene sentido pensar en eso. No sé por qué estoy hablando con vos. Dejame solo. Andate con los demás. Ellos deben tener ganas de conversar. No vengas a molestarme.
-No me trates así-rogó Edgar-. Yo sólo quiero que todo entre nosotros vuelva a ser como antes. No pensé que te enojarías porque soy un buen amigo-dijo antes de alejarse.
Ismael sacó de uno de los bolsillos de su campera la brújula y preguntó:
-¿Está cerca la persona que tengo que proteger?
La flecha realizó el movimiento que indicaba que la persona que buscaba el guardián no estaba cerca.
-No es él. Uno menos.
Las puertas del colegio se abrieron.
Ismael cruzó la calle e ingresó en el establecimiento. Estaba preparado para tolerar las cinco horas que tenía que pasar en ese lugar.
Durante la primera hora de clase pidió permiso para ir al baño y le sucedió algo que le hizo olvidar el objetivo principal de ese día momentáneamente.
Se lavó las manos y después apoyó su espalda sobre una de las paredes del baño. Cerró los ojos y puso sus dos manos sobre su frente.
-Como odio este lugar-pensó-. En este momento me gustaría estar en mi habitación para poder hacer lo que me de la regalada gana.
Sus sentidos percibieron un cambio en el ambiente.
Cuando abrió los ojos comprobó que ya no estaba en el baño del colegio, sino en algún lugar que desconocía y que estaba a oscuras.
Por un momento el pánico lo invadió.
-¡¿Eh?! ¿Dónde estoy? ¡¿Este es otro de tus trucos, Alem?! ¡No es gracioso!
No recibió ninguna respuesta.
-Podría ser obra del... asesino.
Hizo lo posible por tranquilizarse y pensar claramente. En primer lugar, debía iluminar ese sitio. Después debía averiguar quien estaba con ánimos de molestar.
Iluminó el lugar utilizando su celular. Se sorprendió al descubrir que no estaba en un sitio desconocido. Era su habitación. Estaba en su casa. Se acercó a una pared y presionó un interruptor.
La luz de un lámpara incandescente iluminó la habitación de Ismael Andes.
Tenía que saber cómo había llegado hasta ahí, y tenía que volver al colegio.
Utilizó su celular para mandarle un mensaje de texto a la única persona que podía ayudarlo.
Salió de su casa y cerró la puerta con llave por segunda vez.
Alem apareció en el patio de la casa de los Andes. Tenía el cabello atado. Vestía un pantalón negro y una remera gris. Su ropa estaba muy sucia y sus zapatillas estaban muy gastadas.
-¡¿Eh?! ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás todo sucio?
-¡Hola! ¡Soy mecánico! ¿No lo recordás? Ahora decime por qué me llamaste. No tengo todo el día. Soy un hombre ocupado.
-Estaba en el baño del colegio y de un momento a otro fui a parar a mí habitación-explicó Ismael-. ¿Por qué pasó eso?
-Te teletransportaste. Tené mucho cuidado. Eso puede ser peligroso. Sobre todo si no dominás esa habilidad.
-¡Obviamente no lo hice a propósito! Pensé en que tenía ganas de estar en mi habitación y...
-Sí, entiendo.
-¿Podés llevarme al colegio?
-Puedo llevarte a algún lugar que esté cerca, pero no al colegio.
-¿Por qué? No me importa que nos vean aparecer de la nada. Ya tengo problemas con la gente de ese colegio. Si llegan a creer que me escapé van a llamar a mi papá, y voy a estar castigado por el resto de mi vida.
-No puedo teletransportarme a un lugar que no conozco, Isma. Tengo que tener en mi mente alguna imagen del lugar al que quiero llegar. Estuve cerca de ese colegio el día en que nos vimos por primera vez. Puedo llevarte a algún lugar que esté cerca.
-Entonces llevame. Vamos a acercarnos al colegio para que puedas ver el interior. La puerta tiene vidrio. Eso serviría, ¿no?
-Sí, cualquier imagen sirve. Hasta una fotografía serviría.
-Vamos. No perdamos más tiempo.
Alem puso su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Ismael.
Ambos se teletransportaron. Aparecieron en medio de una calle. Al notar eso se dirigieron a la vereda.
-Por suerte no estaba pasando ningún auto. Perdoname. Cuando me teletransporto junto con otra persona mi puntería no es muy buena.
-Está bien. No importa.
Alem observó la calle.
-Puedo notar que la municipalidad de este lugar no trabaja mucho. Esta calle es un asco.
-Sí, y todo empeora cuando un imbécil que puede lanzar rayos pasa por acá y daña el pavimento.
-¿Eh? ¿Y por qué hacés eso?
-¡Me refiero a vos, mecánico!
Fueron hasta el colegio.
Alem observó el interior, y luego se teletransporto junto con Ismael.
Ya había empezado el primer recreo.
Alumnos y profesores se sorprendieron al ver aparecer de la nada a un joven y a un hombre que tenía la ropa toda sucia. Unos pensaron que fue producto de la imaginación, un alucinación. Otros creyeron que esa ilusión era producto del estrés.
-Problema solucionado-dijo Alem-. Por favor no vuelvas a pensar que preferirías estar en otro lugar.
Ismael vio a Sabrina acercándose.
-¿Quién es usted?-preguntó la preceptora al mecánico platense-. ¿Quién lo dejó entrar?
-¿Eh? Yo soy... Eh... Yo no...
-No es necesario que respondas. Volvé a tu trabajo, Alem.
-Ah, tenés razón. Nos vemos otro día, Isma.
Sabrina se desmayó cuando el hombre que estaba frente a ella desapareció.
Ismael evitó que terminara en el suelo.
Lunes 23 de abril del año 2.012.
¡Edgar no es! Uno menos. En la próxima parte se va a saber a quien tiene que proteger Isma. También puede que no suceda. Yo hago lo que quiero. ¿Se decidirá a aparecer el asesino? ¿Dejaré de hacer estos inútiles comentarios? :P
Los saluda el sr. Teras. ^^
