Megumi Karasu Mar Oct 04, 2011 11:38 amEstaba escuchando “Fragmented” de “To Die For” en la bañera, mientras sentía que se le hacía difícil respirar debido a las lágrimas y a que casi estaba híper ventilando.
No era una broma. Todo se había acabado. Lo más preciado que tuvo nunca se fue… quedando vacía, desnuda y sola.
Una vez se dijeron no muy en serio que “Si uno de los dos moría el siguiente iría detrás”.
Nunca pensó que de verdad lo necesitaría si eso pasara.
Apoyó la cuchilla contra su piel y cortó. No sintió dolor, hasta se permitió sonreír…
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Megu:¿Dónde estoy?-dijo aún algo mareada-.
Un hombre de mediana edad con gafas y traje le respondió.
Hombre: No lo se… ¿por qué estás desnuda?
Megu se tapó como pudo y pidió amablemente algo de ropa, roja como un tomate. No sabía realmente lo que estaba pasando.
Hombre: ninguno de los que estamos aquí sabe muy bien lo que está pasando… pero yo tuve un accidente con el coche… mi mujer…-se cortó al empezar a sollozar-.
Megu no tenía palabras, no sabía ni dónde estaba ni lo que estaba pasando, mucho menos lo que decir.
Miró en derredor, estaba en una habitación pequeña, en lo que parecía un piso de baja renta. Sin muebles.
Una bola grande y negra estaba en el medio del cuarto, llamando la atención de todos.
El hombre la estaba mirando de forma extraña; Megu seguía en el suelo, debido al shock y solo estaba tapada con la chaqueta que ese mismo le habia dejado. El tenia la boca entreabierta y una mirada perversa.
Megu se asustó y quiso reaccionar, alejarse, pero de pronto sonó una canción proveniente de la bola y no hubo movimiento.
Con letras verdes apareció el primer mensaje: “Vuestra vida ha acabado, os doy una nueva oportunidad, aunque yo decidiré lo que haréis de ahora en adelante, ¿Trato? “
Pensó que era una broma, pero por algun extraño motivo que no comprendía no pudo reír, ni siquiera sonreir.
Sonó la cancion por mas rato y de una se abrieron unos compartimentos con objetos, entre ellos lo que parecian armas.
Hubo un par de personas que avanzaron y se equiparon con pistolas y unos maletines. Al parecer cada uno llevaba el nombre de todos los presentes, cada uno en parte.
Se quedó dónde estaba hasta que un joven muy amable y apuesto le trajo el suyo.
Joven- Este debe ser el tuyo, es el único que queda… Megumi, ¿Karasu?
Megu-sí…-se dio cuenta de que todos la estaban mirando, supuso que llamaba la atencion su atuendo y la forma de quedarse quieta en un lugar tanto tiempo sin hacer caso de nada.
Joven-¿Te ayudo a levantarte?- le ofreció amablemente-.
No pudo responder… Megu empezó a llorar de pronto; se le nubló la vista y al abrir los ojos estaba sola en la habitación.
El tiempo pasó de forma diferente en ese período de desesperación.
Asustada sintió como se desvanecia y se miro las manos, ¡estaban desapareciendo!
Era el colmo, una pesadilla de la que tenía que despertarse.
Cerró los ojos con fuerza y los abrió con la esperanza de que así fuese.
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Estaba en su cama. ¿Todo había sido un sueño?
Aún llevaba la chaqueta del hombre desconocido y a su lado estaba el maletín.
¿Cómo habían llegado allí?
¿Cómo había llegado ella allí?
Se secó la cara con la manga de la chaqueta y abrió la caja con su nombre.
Dentro había un traje negro y una carta.
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No era una broma. Todo se había acabado. Lo más preciado que tuvo nunca se fue… quedando vacía, desnuda y sola.
Una vez se dijeron no muy en serio que “Si uno de los dos moría el siguiente iría detrás”.
Nunca pensó que de verdad lo necesitaría si eso pasara.
Apoyó la cuchilla contra su piel y cortó. No sintió dolor, hasta se permitió sonreír…
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Megu:¿Dónde estoy?-dijo aún algo mareada-.
Un hombre de mediana edad con gafas y traje le respondió.
Hombre: No lo se… ¿por qué estás desnuda?
Megu se tapó como pudo y pidió amablemente algo de ropa, roja como un tomate. No sabía realmente lo que estaba pasando.
Hombre: ninguno de los que estamos aquí sabe muy bien lo que está pasando… pero yo tuve un accidente con el coche… mi mujer…-se cortó al empezar a sollozar-.
Megu no tenía palabras, no sabía ni dónde estaba ni lo que estaba pasando, mucho menos lo que decir.
Miró en derredor, estaba en una habitación pequeña, en lo que parecía un piso de baja renta. Sin muebles.
Una bola grande y negra estaba en el medio del cuarto, llamando la atención de todos.
El hombre la estaba mirando de forma extraña; Megu seguía en el suelo, debido al shock y solo estaba tapada con la chaqueta que ese mismo le habia dejado. El tenia la boca entreabierta y una mirada perversa.
Megu se asustó y quiso reaccionar, alejarse, pero de pronto sonó una canción proveniente de la bola y no hubo movimiento.
Con letras verdes apareció el primer mensaje: “Vuestra vida ha acabado, os doy una nueva oportunidad, aunque yo decidiré lo que haréis de ahora en adelante, ¿Trato? “
Pensó que era una broma, pero por algun extraño motivo que no comprendía no pudo reír, ni siquiera sonreir.
Sonó la cancion por mas rato y de una se abrieron unos compartimentos con objetos, entre ellos lo que parecian armas.
Hubo un par de personas que avanzaron y se equiparon con pistolas y unos maletines. Al parecer cada uno llevaba el nombre de todos los presentes, cada uno en parte.
Se quedó dónde estaba hasta que un joven muy amable y apuesto le trajo el suyo.
Joven- Este debe ser el tuyo, es el único que queda… Megumi, ¿Karasu?
Megu-sí…-se dio cuenta de que todos la estaban mirando, supuso que llamaba la atencion su atuendo y la forma de quedarse quieta en un lugar tanto tiempo sin hacer caso de nada.
Joven-¿Te ayudo a levantarte?- le ofreció amablemente-.
No pudo responder… Megu empezó a llorar de pronto; se le nubló la vista y al abrir los ojos estaba sola en la habitación.
El tiempo pasó de forma diferente en ese período de desesperación.
Asustada sintió como se desvanecia y se miro las manos, ¡estaban desapareciendo!
Era el colmo, una pesadilla de la que tenía que despertarse.
Cerró los ojos con fuerza y los abrió con la esperanza de que así fuese.
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Estaba en su cama. ¿Todo había sido un sueño?
Aún llevaba la chaqueta del hombre desconocido y a su lado estaba el maletín.
¿Cómo habían llegado allí?
¿Cómo había llegado ella allí?
Se secó la cara con la manga de la chaqueta y abrió la caja con su nombre.
Dentro había un traje negro y una carta.
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